Porción 66

Texto Ć”ureo:Ā  Ɖxodo 39-40
Lecturas para adultos en la semana

DĆ­a 1: Éxodo 39

Dƭa 2: Ɖxodo 40

Dƭa 3: JosuƩ 1:10-18

Dƭa 4: JosuƩ 24

DĆ­a 5: Hechos 4:1-22

DĆ­a 6: 1ĀŖPedro 4

I- Haciendo lo que se debe hacer.

La frase Ā«como Dios habĆ­a mandadoĀ» habla de hacer exactamente lo que Dios quiere que hagamos. Cada mandato de Ɖl merita obediencia. Porque, ĀæquĆ© implica ser obediente?: ā€œReconocer que Dios es eterno y perfecto, que Ɖl todo lo sabe y que todo lo que hace siempre es y serĆ” para bienā€.

Sin embargo, no es malo hacer mÔs de lo que Dios pide, siempre y cuando sea como una autoayuda para lograr obediencia y consagración. El problema con esto sería cuando la persona que se exige mÔs considera que esta es la única vía y correcta para todos y que ese exceso es lo que produce el bien, haciendo hincapié en tratar de imponerle o exigirle a los demÔs sus propias demandas. Con esto, aquello que sería bueno para él se convierte en tropiezo para él y otros, ademÔs de dejar en evidencia su escasez de amor a Dios y al prójimo.

II- Libertad para mostrar la verdadera naturaleza humana.

Estos capítulos hacen reflexionar también en que muchas cosas que Dios manda encierran detalles para su cumplimiento que quedarÔn a la discreción y decisión humana. Aunque sí hay otros mandamientos en los que da detalles para su cumplimiento. ¿Por qué este paralelismo? Al igual que en una canción, la música estimula emociones y da una guía del sentido, pero deja libre a la imaginación humana el mensaje de ella, mientras la letra por su parte define exactamente de qué habla la canción. Dios da mandamientos generales en los que el hombre puede expresar su personalidad, carÔcter y compromiso interno; mientras por otra parte da detalles exactos que no se pueden desechar para no tomar un rumbo incierto a la hora de obedecerle.

Ambos tipos de mandamientos conforman un regalo necesario para el bienestar humano. Por ejemplo, Pablo nos cuenta en su carta a los romanos que él antes de conocer a Cristo cumplía con las diez palabras (debarim) y con los mandamientos (mitzvot) que eran dados en detalles, pero al disponerse a hacer aquello donde se precisaba su interpretación y actuar cuerdo, florecía su pecado, entonces, gracias a eso se dio cuenta que él era pecador que necesitaba una acción divina en lo mÔs íntimo de su ser[1]. Se dio cuenta que pretendiendo agradar a Dios hallaba una ley del pecado en su cuerpo que le llevaba siempre a hacer lo que Dios no le agradaba.

III- Desobedecer a Dios no es una opción.

Otra reflexión que podemos hacer de estos capítulos es que hay exigencias de Dios que pudiéramos no encontrarle lógica (lo que no indica que no la tenga solo que nosotros no se la hayamos), pero eso no quiere decir que tenemos libertad para no obedecer por el simple hecho de no entender. La fe es razonada, pero también hay que razonar que no es bueno desobedecer a Dios.

 

Preguntas:

1.- ¿CuÔl considera usted que es la mejor forma de obedecer a Dios?

2.- Si un joven le pregunta cuÔl sería la característica mÔs importante que se ve en esta porción, acerca de un líder, ¿cuÔl escogería?

3.- ¿Por qué cree usted que la construcción del tabernÔculo finalizó con un letrero en la cabeza del sumo sacerdote?

4.- ¿En qué sentido el estudio del tabernÔculo puede ayudar a enriquecer el ministerio hoy?

 

[1] Ro 7:7-24.

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