Texto áureo: Pr 1:8-9.
Entendiendo el texto: El rey Salomón se caracterizó por su sabiduría, la cual Dios enriqueció cuando él se lo pidió. Esa petición a una edad tan temprana muestra ya una sabiduría que venía por la enseñanza que recibió desde pequeño[1]. En este proverbio él revela cómo las enseñanzas de sus padres encontraron en él una tierra fértil. Él dice que valoraba la sabiduría como corona en la cabeza y como pendiente en el cuello. Los niños desde muy temprano deben aprender a valorar el espacio familiar en que Dios les ha puesto, porque es allí donde recibirá muchos regalos para enriquecer su espíritu.
Sugerencias:
- Cuando reciba al niño mencione a la familia que le trajo, por ejemplo: «¡Qué bueno que mamá te trajo!».
- Use frases como: «¡Qué bueno que mis padres me han traído a adorar a Dios!», «Gracias, Señor, por mi familia», «Señor, bendice a mi familia», etc.
Aprenda una canción de niños que hable de la familia y trate de tararearla en repetidas ocasiones.
[1]1ªR 2:6.