Porción 146

Texto Ôureo: Deuteronomio 32:48-52
Lecturas para adultos en la semana

DĆ­a 1Ā Deuteronomio 32:48-52

DĆ­a 2Ā Salmo 29

DĆ­a 3 Salmo 41

DĆ­a 4 Salmo 110

DĆ­a 5 Amos 4-6

DĆ­a 6Ā Efesios 3

I- De camino a la tierra prometida.

Dios manda a MoisĆ©s a subir al monte Nebo, que se encuentra en tierras de Moab. Luego de las calamidades descritas y que el profeta sabe que vienen sobre la nación, el Creador del universo le va a llevar a terminar sus dĆ­as en medio de la tierra de aquella nación que tanto daƱo les quiso hacer. El mensaje es claro: ā€œAunque vendrĆ”n calamidades en su historia futura al final los llevarĆ©, por encima de todo eso, a la tierra prometidaā€.

Cuando se conoce a Dios, esta es la confianza que se tiene y el reposo (menujĆ”) en que se vive, que Ɖl siempre cumplirĆ” sus promesas, por lo que la fe es anclar la vida en la espera y la certidumbre de que todo lo que tiene el SeƱor para su pueblo es bueno para su relación con Ɖl. Entonces, nada les podrĆ” separar de su amor[1].

II- El mentoreo de siervos de Dios reales.

Aquí también, tal y como Jacob habló a cada tribu encargÔndoles una misión singular, Moisés hablarÔ para precisarles un rol especial y así completar la gran complejidad de lo que sería el pueblo de Israel.

Realmente es una bendición que alguien que ha vivido en los propósitos de Dios ayude a otros a hacer lo mismo. Si de algo carecen los grupos departamentales, los talleres ministeriales, los seminarios y las universidades que desean servir a Dios, es de algún tipo de espacio en el calendario para la interacción personal con siervos de Dios que ayuden a definir el propósito de la vida a las generaciones siguientes.

Cada señalamiento de Moisés fue tan poderoso que logró trascender los siglos y han acompañado hasta la actualidad al pueblo de Dios. La iglesia hoy debe hacer suya cada bendición y convertirla también en luz para las siguientes generaciones.

III- Revisando los detalles de la vida en santidad.

El v.51 presenta un paralelismo interesante: «…por cuanto pecasteis contra mí…» y mĆ”s adelante: «… porque no me santificasteis…». No es un pecado a la manera de CaĆ­n, de los de Sodoma o de CorĆ©, en donde la persona se convierte en enemigo directo de Dios con una repercusión en todo lo que hace en su vida, sino en el ā€œsimpleā€ detalle de no santificar. O sea, una desobediencia, a veces muy sutil, como la que llevó a MoisĆ©s a no recibir completamente todo. Claro, por eso Dios le permitió ā€œolerā€, disfrutar la victoria y el futuro de su pueblo. ĀæCuĆ”nto debemos aprender de esto?, porque la mayorĆ­a de los creyentes siempre piensan en casos o situaciones bien grandes de pecado para despertar el castigo de Dios sobre ellos. Por ejemplo: asesinar, robar, adulterar o cualquiera de los Devarim, e inclusive alguno de los Mitzvot. Sin embargo, el fallo de MoisĆ©s fue en una actitud determinada ante una misión o servicio que debĆ­a cumplir.

La actitud del hijo de Dios debe ser Ć­ntegra en todo momento, tanto en el comportamiento obediente hacia todo lo que se encuentra en su Palabra como en aquellas cosas que Ɖl demanda directamente en su corazón. Es a esta integralidad que brota de un corazón amoroso a lo que la Biblia llama santidad. Si esta fue la determinación de Dios sobre MoisĆ©s, que no tenĆ­a al EspĆ­ritu Santo, cuĆ”nto mĆ”s para su pueblo que ha sido lavado y regenerado de todo su pecado[2].

Claro estÔ, bajo esta nueva condición también tenemos un sacrificio constante por nuestros errores, y tenemos la capacidad gracias a esa unción divina de no practicarlos como hacíamos antes de ser salvados, así no se convertirÔn jamÔs en el pecado que nos separa completamente de Dios.

Preguntas:

1.- Si en su barrio o trabajo hay un hermano que ha pasado por una experiencia triste o desagradable y se desahoga con usted buscando una palabra de aliento, ¿cómo trataría de animarle imitando a Moisés aquí?

2.- ¿Qué sugerencias puede brindar usted con el fin de alumbrar y definir efectivamente los propósitos ministeriales en su congregación?

3.- Explique con sus palabras quƩ entiende usted por santidad.

[1] Ro 8:28-39

[2]Ā Hb 12:1.

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