Porción 91

Texto Ôureo: Números 10-11
Lecturas para adultos en la semana

DĆ­a 1:Ā NĆŗmeros 10

DĆ­a 2: NĆŗmeros 11

DĆ­a 3: 1ĀŖSamuel 10

DĆ­a 4: Salmo 7-8

DĆ­a 5: Hechos 15:36-16:40

DĆ­a 6: Colosenses 4:7-18

I- La vida espiritual es dinƔmica.

Cuando leemos los primeros diez capítulos de este Libro de números, parecen estar enfocados a dejar claro que el camino por el desierto comenzó bajo una perspectiva victoriosa, pues el camino por delante estaba trazado por la ley de Dios. Hasta aquí el pueblo debía estar preparado para tomar posesión de la tierra prometida. El problema fue que algo salió mal. En el capítulo 11, el pueblo de Israel parece caer en un abismo moral: Desean la comida de Egipto tanto que llegan a comportarse como cualquier pueblo pagano. Es como si quitaran a un pueblo y pusieran a otro. Esto debe enseñarnos que la vida espiritual es dinÔmica y cada evento es una batalla en la que pudiéramos salir con heridas mortales que pudieran hacernos lucir diferentes, pero en Dios siempre hay victoria. 

II- MƔs allƔ de una queja.

Es verdad que al analizar el texto se pudiera concluir que el pueblo de Israel no estaría quejÔndose por el mero hecho de no tener pescado, sino que estaba reaccionando ante aquello que la falta con respecto a su relación con Dios. En muchas ocasiones los creyentes piensan que si no tienen algo es porque se han alejado de Dios. En ellos es muy común escuchar: «Si Dios estuviera realmente cerca de nosotros, nos daría todo lo que necesitamos». La real tragedia que ellos viven es la concientización de que ya no estÔn tan cerca de Dios como antes. Eso es algo por lo que valía la pena llorar, de hecho, es lo mÔs importante por lo que se debe llorar. Todos tenemos alguna deficiencia en nuestra vida; la manera en que respondemos a nuestros desafíos reflejarÔ nuestro sentido de gratitud. Si carecemos de valoración por el bien que Dios nos ha dado, probablemente responderemos con quejas y negatividad, concluyendo incluso que Dios nos ha abandonado. Pero si somos agradecidos por todo lo que Dios hace por nosotros, y como resultado sentimos Su generoso amor, entonces tomaremos la carencia con calma y nos enfocaremos en lo que Dios nos quiere enseñar y en cómo nos empuja a crecer. Cuando nos damos cuenta de todo lo que Dios ha hecho por nosotros nuestras quejas se evaporan. Sin embargo, el pueblo de Israel no tenía tanto esta situación. En el Sal 78:18-21 el rey David describe lo que realmente estaba pasando.

III- El deseo puede multiplicarse daƱinamente.

Nm 11:4 seƱala que habĆ­a una multitud mezclada (gentiles que salieron de Egipto con ellos) que Ā«desearon un deseoĀ» (ה֓תְאַוּוּ תַּאֲוָה) que hizo llorar al pueblo de Israel diciendo: «¿QuiĆ©n nos darĆ” de comer carne?Ā». La redacción del versĆ­culo exige una atención: ĀæA quĆ© se refiere cuando dice Ā«desearon un deseoĀ»? Aparentemente ellos no ā€œdesearon un deseoā€, sino que ellos desearon ā€œcarneā€. Sin embargo, el versĆ­culo es bastante explĆ­cito: ellos Ā«desearon un deseo de carneĀ». Cuando se desea algo es porque se carece de eso y, por lo tanto, uno asumirĆ­a que al llenar la carencia de aquello que hace falta, automĆ”ticamente se dejarĆ­a de desear. Sin embargo, no sucede asĆ­. Todos hemos experimentado en ocasiones que deseamos cosas que no necesitamos; entonces, no es la carencia lo que produce el deseo de aquello que hace falta, sino que el deseo produce mĆ”s deseo y en ocasiones se llega desear aquello que no hace falta.

El deseo es uno de los impulsos mĆ”s poderosos del ser humano. Es cierto que gracias al deseo se busca aquello que carezco, pero existe una trampa difĆ­cil de eludir: ā€œEl deseo no solamente desea aquello de que se carece, sino que tambiĆ©n el deseo produce mĆ”s deseo pudiendo llegar a desear aquello de lo que no se careceā€. Alguien dijo en una ocasión: Ā«Aquel que tiene cien, desea doscientosĀ»[1]. No es que el deseo satisface una carencia, sino que el deseo produce la carencia. El deseo necesita seguir deseando para seguir existiendo. Cuando alguien no puede saciar su deseo es porque este ha producido mĆ”s deseo, un ciclo imposible de satisfacer.

IV- Aparte de ser perdonados del pecado debemos descontaminarnos tambiƩn.

Cuando se analizan los 40 años en los que Dios mantuvo al pueblo en el desierto podemos entender a través de esta porción que precisaban una descontaminación de ellos mismos. El pecado, los siglos de esclavitud y la amistad con los gentiles les haría muy difícil alcanzar todas las implicaciones del reposo en la tierra santa.

 

Preguntas:

1.- ¿Qué aplicación encuentra usted para la iglesia hoy en los diferentes toques de trompeta que señala esta porción?

2.- ¿Por qué cree usted que Moisés expresó a Dios su cansancio de liderar al pueblo?

3.- ¿Cree usted que los 70 ancianos estaban entre los que se quejaban? ¿Por qué?

4.- ¿Qué aprende usted de 1 Sam. 10 en cuanto a profetizar?

 

[1] KohƩlet RabƔ 1:34.

 

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