Porción 127

Texto Ôureo: Deuteronomio 19
Lecturas para adultos en la semana

DĆ­a 1Ā DeuteronomioĀ 19

DĆ­a 2 1ĀŖSamuel

DĆ­a 3 Salmo 28

DĆ­a 4 Salmo 32

DĆ­a 5 Salmo 61-62

DĆ­a 6 Salmo 90

I- Tres ciudades de refugios mƔs.

La palabra para ā€˜ciudad de refugio’ es miqlat, cuya raĆ­z tiene que ver tambiĆ©n con ā€˜absorción’ (קלט). Es decir, que la persona serĆ­a absorbida completamente por esta ciudad como su solución de refugio ante el vengador. Era una especie de centro de rehabilitación donde la persona daƱada por lo ocurrido era “absorbida”, dĆ”ndole paso a alguien nuevo y restaurado restaurado.

No era solo huir por huir, sino era la búsqueda de la rehabilitación a la sociedad. Por eso estas ciudades eran administradas por los levitas, quienes consolarían, animarían y se constituirían en maestros y patrones de conducta para estas personas.

En la Porción 109 se explica acerca de las ciudades de refugio, pero en la de esta semana aparece un detalle al respecto: «Cuando el Señor tu Dios destruya a las naciones cuya tierra el Señor tu Dios te da a ti, y tú las heredes, y habites en sus ciudades, y en sus casas; te apartarÔs tres ciudades en medio de la tierra que el Señor tu Dios te da para que la poseas.»[1]. En un momento anterior, Dios había dicho que eran seis las que debían ir creando a medida que se establecieran en la tierra prometida, ¿entonces por qué Moisés señala tres mÔs ahora? El texto dice claramente que estas tres serían construidas cuando se destruyeran todas las ciudades que estaban en la tierra a las que ellos llegaran.

Sabemos que históricamente esto nunca ocurrió; entonces, estas tres ciudades nunca se añadieron. La causa fue simple, el pueblo nunca estuvo a la altura de las exigencias divinas para recibir la promesa que se le había hecho. Por eso dice en el v.8 de una manera parafraseada: «Siempre y cuando guardes estos mandamientos Dios ensancharÔ el territorio».

A la luz del evangelio sabemos que con toda la TorÔ Dios estaba tratando de mostrar al hombre su naturaleza pecaminosa, y era esa condición lo que no les permitía hacer todo lo que sabían que debían hacer. Es así como, esta promesa, quedó reservada para los tiempos de la redención mesiÔnica.

II- Malas acciones sin malas intenciones.

Es posible encontrar comentaristas bĆ­blicos que, de forma alegórica, ven estas tres ciudades que se mencionan aquĆ­ como una referencia a la Paz, la Verdad y el Bien. Porque estas caracterĆ­sticas son un verdadero refugio en el que Dios permite habitar a sus hijos cuando estĆ”n en medio de sus propios errores ā€œaccidentalesā€, ya fuere contra sus hermanos o el mundo, por eso habla el texto de ā€œhomicidios accidentales”[2].

Luego en los vv.11-13 menciona que aquellos que cometen ā€œhomicidio intencionalmenteā€ no deben estar en estas ciudades, sino afuera. Porque no es lo mismo buscar la rehabilitación por una acción sin intenciones, que hacerlo cuando sĆ­ la hubo.

Este es un error que cometen muchos consejeros espirituales en las iglesias locales, tratar con recursos psicológicos al culpable cuando su real sanidad se encuentra en el arrepentimiento. Es decir, que deben ā€œmorirā€ al pecado y nacer de nuevo. Se debe tener cuidado con estos culpables conscientes, porque muchas veces cuando se trata de rehabilitar a alguien que en realidad es culpable su “ciudad de refugio” se convierte en una justificación para continuar con el pecado. Aquellos que han nacido de nuevo y cometen un error, por grave que sea, siempre encontrarĆ”n en estas ā€œciudadesā€ (una congregación espiritual que les acoja) el recurso para aprender y enmendar su mal.

Preguntas:

1.- ¿En su opinión, en qué consistiría ser absorbido por la paz, la verdad y el bien cuando se comete un delito espiritual accidentalmente?

2.- ¿Cómo entiende usted que se relacionan los vv.5,7 del Sal 32 a luz de esta porción?

3.- ¿Qué diferencias encuentra usted entre estas herramientas espirituales que Dios da a su pueblo angustiado (paz, verdad y bien) con alguno de los métodos psicológicos usados hoy?

 

[1] Dt 19:1–2.

[2] La palabra homicidio aquí no debe ser asumida únicamente como matar, sino también, en una óptica espiritual ampliada, como toda acción que implica pecado.

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