Porción 13

Texto Ôureo: Génesis 20
Lecturas para adultos en la semana

Día 1 Génesis 20

DĆ­a 2Ā Daniel 2

DĆ­a 3Ā Mateo 18:1-14

DĆ­a 4Ā Hechos 26-27

Dƭa 5 GƔlatas 3

DĆ­a 6 Hebreos 11:8-16

I- El engaƱo del temor.

El verbo usado para decir que Abraham Ā«habitó» tambiĆ©n significa ā€˜miedo’ o ā€˜temer’; o sea, que Ć©l llegó, pero con temor. PudiĆ©ramos pensar que esto es malo porque no se debe temer cuando se cree en Dios. ĀæAcaso Abraham perdió la fe por un instante? Debemos entender que Ć©l desde que salió, buscaba una patria celestial y no una terrenalĀ [1], y esto solo puede ser por una razón: Ɖl sabĆ­a que este mundo estaba gobernado por un prĆ­ncipe que desea la destrucción de esta creación de Dios. Bajo esta perspectiva cualquiera sentirĆ­a miedo. QuizĆ”s no por lo que le pasarĆ­a a Ć©l, sino por lo que podrĆ­a ocurrir a su esposa si quedaba sola en una ciudad dominada por los malos deseos.

Entonces el problema no es sentir miedo por algo, sino cuando esta emoción llega a dominar, e inclusive cuando puede llevar a la persona a pecar y actuar como tal vez nunca hubiese querido. Entonces la victoria sobre el temor va a depender mucho del autocontrol, a lo que la Biblia le llama dominio propio.

¿Pero solo dominio propio? ¿Se debe controlar la emoción para ir a dónde o para hacer qué? El dominio propio para controlar el miedo va a depender de varios factores, pero el principal es no dejarse engañar por la propia imaginación de la persona ante los retos que debe enfrentar. En este caso el dominio propio se enfoca a someter esos pensamientos a la realidad que se tiene delante y no a la que se ha construido en la mente.

II- Por su fruto lo conocerƩis.

A pesar de que esta ciudad parecía no adorar a Dios su rey sí temía a Dios, pues con una simple advertencia a través de sueños hizo tal y como se le ordenó. Fíjese que Dios no tiene que decirle que esto es incorrecto; es el propio rey el que le llama pecado.

Es bueno seƱalar que el nombre Abimelec, aunque ha sido traducido muchas veces como: ā€˜padre de un rey’ [2], serĆ­a mĆ”s exacto: ā€˜oh quĆ© rey’ [3]. QuizĆ”s Abraham entendió su nombre como una soberbia del rey en un inicio y por eso temió, pero por lo sucedido despuĆ©s se deja ver que a quien se estaba refiriendo con este nombre no era a Ć©l mismo sino a otro, quien verdaderamente es el Rey de reyes. Y su prontitud en obedecer demuestra para quiĆ©n era su real engrandecimiento.

Abimelec es un ejemplo, entre muchos otros, de cuĆ”n rĆ”pido se debe contestar al llamado de Dios y reconocer la soberanĆ­a divina. Y bajo esa soberanĆ­a decide tambiĆ©n bendecir a Abraham, sumando cosas a su virtud. Ɖl era un rey humilde, y por eso reconoce que Dios habĆ­a elegido a Abraham en vez de enfurecerse y sentirse ofendido por haberle mentido.

III- Ama a la persona rechaza al pecador.

Dios siempre recompensa mÔs abundantemente de lo que esperamos. Abraham, que hasta ahora no se le conocían milagros, con una oración resuelve la esterilidad de las mujeres del rey.

Ahora Dios lo estÔ usando mÔs allÔ de lo que él esperaba, a través de servir a la persona que creía su enemigo. Por eso, aunque se pueda tener a alguien como enemigo real, el rechazo debe ser a sus acciones y no a la persona. Dios puede cambiar ese corazón y al instante comenzar a cambiar sus acciones, sin embargo siempre serÔ esa misma persona.

Es verdad que Dios rechaza al pecador que es quien ejecuta el pecado, pero esa es la naturaleza divina y solo Ɖl puede soportar y llevar sin ningĆŗn daƱo el peso de esa actitud. Pero cuando el hombre desea hacer lo mismo, entonces resulta que en su naturaleza no hay cabida para sobrellevar el peso de estas acciones. Y esto tiene un daƱo sobre Ć©l.

Preguntas:

1.- ¿CuÔles cree usted que pudieran ser los peligros de vivir en una ciudad dominada por los malos deseos?

2.- ¿Cómo compararía usted el llamado de Abraham y el de Pablo?

3.- ¿Cómo ayudaría usted a un hermano que siente miedo de obedecer a Dios?

 

[1] Hb 11.10, 14-16.

[2] Por ser un estado constructo sin artĆ­culos.

[3] Diccionario de idiomas bĆ­blicos, James A. Swanson, campo-20, Lexham Press.

 


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