Texto áureo: Gn 25.19-28.9
Lecturas para adultos en la semana:
Gn 25; Gn 26; Gn 27; Gn 28.1-9; Sal 77; Jn 3
Descripción del tema:
1. En esta porción encontramos la enigmática historia de la batalla entre Jacob y Esaú para recibir las bendiciones de su anciano padre Isaac. El drama comienza con un milagro, pues Rebeca era estéril (v. 21). Sin embargo, desde el momento en que las criaturas aparecieron en el vientre de la madre, Isaac quedó alarmado porque estaba ocurriendo algo que no entendía (Gn 25.22).
2. Dios anuncia que dos pueblos (Israel y Edom) saldrían de ellos (v. 23). Herodes, el rey que mató a los niños cuando el nacimiento de Jesús, fue descendiente de los edomitas. En tiempos de la revuelta de Jerusalén (70 d.C.) 20 000 edomitas participaron con Israel en la guerra como parte de los rebeldes judíos. En el siglo VII fueron conquistados por los árabes y luego por los cruzados. Después de esto desaparecieron como pueblo, quedando sus ruinas abandonadas (Petra, Ezión-Geber y Eilat).
3. Cuando Isaac llama a Esaú y le dice que se prepare para recibir su bendición (Gn. 27:2-4), ¿en qué estaba pensando Isaac? ¿Cómo es posible que no reconociera el alcance de la depravación de Esaú y quisiera bendecirlo? Al parecer, Isaac creía que sus dos hijos eran rectos, pero entendía que Jacob era del tipo que nace con una inclinación natural hacia el bien o a dominar (v. 26), por lo que sobreprotegió a Esaú. Esto dejaba a Jacob, para Isaac, sin mérito en comparación con Esaú, que era de aquellos que necesitan trabajar fuertemente para superar su inclinación natural al mal. El error de Isaac, aparte de su prejuicio por haber visto a Esaú nacer primero, fue creer que este había superado con éxito sus malas tendencias naturales, cuando en realidad estas lo habían dominado a él, llevándolo en un camino de vida en que las cosas espirituales no eran prioridad.
4. Esaú menospreció el derecho de ser heredero de la promesa de Dios a Abraham (vv. 27-34), creyendo que la vida es solo nacer y morir por lo que hay que disfrutar y olvidarse de todo eso.
5. Esaú no era sincero. Aunque había hecho un trato con Jacob, pretendió engañarle recibiendo la bendición de su padre, pero Jacob fue más astuto una vez más. El error de Jacob fue pretender, a través de un mal acto, combatir la mala acción de Esaú. Los hijos de Dios debemos entender que el pecado de otros no nos puede hacer pecar (27.1-40); que el pecado no se combate pecando.
6. Esaú promete matar a Jacob (27.41) e Isaac no le quedó otra opción que reconocer que su hijo menor era parte de la promesa de Dios y le recomendó lo que debía hacer para caminar en esa promesa (28.1-5). Por su parte, Esaú, como acostumbraba hasta el momento, decidió hacer exactamente lo contrario, mostrando que Dios no debía ser obedecido (28.6-9).
Preguntas:
a) ¿Qué cree usted que pase cuando los padres sobreprotegen a los hijos?
b) ¿Cómo aconsejaría usted a alguien que esté pasando por esto?
c) Si Dios tiene un plan para usted, ¿por qué cree que se debe ser obediente para que se cumpla si Su voluntad siempre se va a hacer?
d) Cuando alguien le hace mal, ¿cuál es su primera reacción?
e) ¿Cuál cree usted que sea el propósito de Dios para que Jacob viajara a tierras de su tío Labán?