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Porción 30

Texto áureoExodo 1-2

Lecturas para adultos en la semana

Día 1 Exodo 1-2

Día 2 Salmo 124

Día 3 Isaias 49-53

Día 4 Ezequiel 20

Día 5 Juan 17-18

Día 6 1ªPedro 2

I- Lo individual y lo colectivo.

El libro de Éxodo comienza con una peculiaridad y es que se mencionan los nombres de los hijos y luego se dice el número total. Esto nos enseña dos facetas de la vida: ser un número y tener un nombre.

Cuando se contabiliza algo, esto habla de una esencia que está más allá de sus detalles individuales. Por ejemplo, si se contaran autos, no importa la marca ni la calidad que tengan todos; en dicha cuenta representarían un número para propósitos específicos. Sin embargo, el nombre propio puede identificar y distinguir entre cada objeto mencionado.

Cuando se le asigna un número a una persona este no tiene una conexión personal con él, es arbitrario. Pero el nombre sí es de él y lo acompañará a todos lados aun cuando le asignen otros números. Estos dos aspectos expresan el hecho de que a través de los números somos iguales a los demás y a través de los nombres somos diferentes.

En fin, es muy importante sentir y entender que se es un “individuo” dentro de una “comunidad”. Tenemos una responsabilidad como individuos y también tenemos responsabilidad como comunidad. Por un lado, el hombre es un ser social que busca semejarse al grupo que integra; de hecho, es esta necesidad la que hace tan fuerte el efecto de la presión social. Por otro lado, vemos que la gente tiende a querer destacarse de los demás y manifestar su individualidad. Un equilibrio entre ambas características permitirá al hombre ser lo que es.

La familia de Jacob se estableció en Egipto y comenzó a crecer convirtiéndose en una nación dentro de otra. En los versos 15 y 16 ya se distingue como el grupo «hebreo», lo que significaba que ellos eran ‘del otro lado del río’ o también que son ‘los descendientes de Heber’, hijo de Sem y nieto de Noé. De este parentesco es que hasta hoy también se les llame ‘semitas’. O sea, que aun cuando eran personas con metas y razones individuales, nunca perdieron su identidad como comunidad.

En la porción Moisés ve a dos hebreos peleándose y le parece algo muy anormal. Estos personajes tenían muy grande el ego, sus individualidades eran más grandes que su responsabilidad comunitaria. Sin embargo, hasta este momento el pueblo de manera general se mantenía con la identidad como comunidad hebrea y es el clamor ante lo que se está perdiendo lo que hizo a Dios llamarlos más adelante «mi pueblo» [1]. ¿Por qué?, porque eso mostraba que empezaban a entender muy ligeramente el propósito de Dios.

II- Marcando siempre una diferencia.

Un nuevo faraón teme el naciente poderío de Israel y traza una estrategia para oprimirles, para que no siguieran creciendo. También quiso comprar una traición por parte de dos parteras, pero increíblemente ellas temían a Dios (v. 17). Y digo increíble, porque esto ayuda a ver que a pesar del tiempo transcurrido y la posible asimilación por una cultura tan fuerte como era la egipcia que cautiva a muchos hasta hoy, ya hay una distinción en la fe bien marcada entre israelitas y egipcios. Cosa que llevó a Faraón a una disonancia cognitiva tan grande que encolerizó y mandó a masacrar a todos los varones que nacieran como hebreos.

III- Moisés el hebreo.

Muchos piensan que Moisés nunca tuvo relación con su familia, pero si leemos detenidamente nos damos cuenta que fue su propia madre la que lo amamantó por tres años (Ex 2:9), y además su hermana siempre estuvo cerca por ser doncella de la hija de Faraón. También él fue reconocido como hebreo por la única razón por la que se podía saber que lo era, la circuncidado (v. 6). Por eso sabía y reconocía que, aunque fue criado como príncipe de Egipto, sus parientes y familiares eran realmente los israelitas (vv. 11-13).

IV- Tiempo de llorar y clamar.

Interesantemente, cuando muere este faraón los hijos de Israel en vez de alegrarse lo que hicieron fue llorar, e inclusive fue cuando clamaron a Dios como nación. Es como si se hubieran dado cuenta que el tiempo terminó, que su situación como nación y descendientes de Jacob llegó a un punto crítico y límite.

¿Pero si el faraón que los está oprimiendo muere, acaso no es tiempo para reír y festejar? Hay dos razones para este llanto: (1) Que fueron obligados a llorar (una costumbre repetida en muchos momentos de la historia por determinados monarcas), (2) Que el próximo faraón fuera peor al anterior. Cuando hay claridad sobre la realidad crítica que se vive y sobre el futuro que esta realidad está marcando que será peor, lo más sensato no es festejar sino clamar a Dios por su Salvación.

Preguntas:

1.- ¿Por qué cree que sea tan importante para Dios que aprendamos a vivir en comunidad?

2.- ¿Cómo se puede ser individual y a la vez comunidad en la iglesia de Dios?

3.- ¿En qué sentido cree usted que Dios nos ilustra mejor la vida que debemos tener como comunidad?

3.- ¿Por qué cree usted que Pablo en sus cartas habla de “un” edificio o “un” cuerpo integrado por sus hijos en vez de “un Israel” y “una Iglesia” como si fueran dos pueblos diferentes?

4.- Mencione algunas de las causas que usted ve hoy que producen luchas entre creyentes del mismo Dios de la Biblia de diferentes grupos, y cómo pudiera evitarse. 

[1] Ex 3:7-9

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