Porción 44

Texto áureo: Éxodo 20:3-6
Lecturas para adultos en la semana

Día 1: Jueces 2

Día 2: Ezequiel 14-16

Día 3: Salmo 115

Día 4: Salmo 135

Día 5: Habacuc 1

Día 6: Hechos 14

I- Nada de ídolos.

Hasta ahora todo lo que se ha visto en las porciones anteriores define que sólo hay un Dios Creador de los cielos y la tierra, pero la realidad es que no todos los hombres han creído esto mismo. Por eso Dios especifica la actitud correcta con «no tener elohim ajenos». No se puede tener otro ser fuera de Dios porque simplemente no existe. Todos los que son presentados como ídolos o aspirantes a dioses están tratando de usurpar un lugar que no les pertenece por naturaleza.

Dios aquí está yendo más allá de un simple objeto idolatrado, porque al llamarles elohim no implica necesariamente un objeto, sino que puede referirse a cualquiera que usurpe el lugar de Dios, incluyendo al propio hombre (Fil 3.19), que fue lo que pasó. Cuando determinados pueblos comenzaron a amplificar a algunos de sus héroes ya muertos y fueron armando todo un mito alrededor de ellos con el propósito de deificarlos.

Dios les llama «elohim ajenos» (una traducción literal ‘elohim de otros’) porque con el transcurso del tiempo la idolatría evolucionaría y se perfeccionaría, así queda anunciado por el propio Dios cuándo llegaría un usurpador más difícil de identificar[1].

II- Sustituir a Dios no lo destruye a Él sino al hombre.

Con esta prohibición Dios también está cuidando la autoestima del hombre y su relación con Él, porque cuando estas dos áreas no están bien el hombre buscará de otra “opción” que en su situación pueda manipular en pro de su propia perspectiva. De aquí se puede entender que el hombre crea ídolos como consecuencia de su inseguridad, en busca de algo que le haga creer que está seguro.

Yendo un poco más allá con el pensamiento anterior, también podemos decir que hay actitudes humanas de inconformidad con la vida que demuestran que la persona cree que su vida debe ser más como él piensa y no como Dios la va guiando. Esta es la base de la idolatría de sí mismo: Pretender sustituir a Dios.

Es bueno aclarar que también hay idolatría cuando se tergiversa la naturaleza de Dios y de sus demandas, en lo que la gente considera que deba ser lo correcto. Así aparece un elohim con nueva naturaleza y propósito. Por eso una de las causas que hace importante el estudio de la Palabra es alumbrar la mente y borrar a ese elohim falso que ha crecido como consecuencia del desconocimiento y la invención.

III- Repercusión de la idolatría.

La idolatría busca un intermediario para llegar a Dios. Algunos quieren poner a Jesús en esta lista, pero estos olvidan que Él es el propio Dios, así que no es un intermediario a este estilo, sino la Puerta y el Camino para venir a Sí mismo[2]. En Jesús encontramos que Dios es su propio intermediario. Sin embargo, como se ha dicho, cualquier intermediario entre Dios y el hombre que no sea Él mismo, atenta contra Su voluntad, llegando a robar la adoración y prominencia que solo Dios merece.

La idolatría incluye la adoración de objetos que han sido hechos con este fin o no. En este grupo caen también las ilustraciones de aquellas cosas que conforman el cielo o se crea que estén allí (horóscopo, calendarios místicos, etc.).

Pero… ¿qué pasa con un ídolo (objeto) que hace mucho tiempo no lo es? Muy a menudo se encuentran personas que argumentan el tener un adorno en su casa que ya no se reconoce como ídolo, es lícito[3]. Y es correcto, sino habría que eliminar la mayoría de los adornos por tener esta característica e inclusive, de ser malo, se pudiera caer en el error de tener alguno sin saber que lo ha sido. Sin embargo, es muy importante la repercusión o influencia que debe tener para otros, porque la Biblia también enseña que aquello que haga tropezar a otro se debe evitar también[4].

Es bueno aclarar que, si un creyente convive con personas idólatras no debe sentir que hay una prohibición a la convivencia, ni pelear por eso, sino verlo como una oportunidad para persuadirlos en amor[5], y mantener la oración a favor de ellos. Se debe recordar no ser piedra de tropiezo para otros a través de una imposición[6], ni tratarlos con desprecio o subestimación como no nos gustaría que nos tratasen[7]. Si el ídolo no es nada en sí mismo a qué temer.

Preguntas:

1.- ¿Por qué puede decir usted que el Dios eterno es su único Dios?
2.- ¿Qué ejemplos encuentra usted acerca de personas que sustituyen a Dios?
3.- Explique al resto del grupo en qué sentido esta porción le ha hecho reflexionar.

[1] 2Ts 2:3-4.

[2] Jn 14:6-10.

[3] 1Co 10:19.

[4] 1Co 10:28-29.

[5] 2Tim 2:4.

[6] Mr 9:33-50.

[7] Lc 6:31.

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