Porción 72

Texto áureo: Lv. 16-17

Lecturas para adultos en la semana:
Lv. 16-17; 2 Cr. 11; Sal. 50; Ro. 15.1-6; Lc. 23-24; Jn. 1.19-34

Descripción del tema:
1. En el primer versículo Dios le habló a Moisés, pero no dice qué le dijo. Luego en el segundo sí describe lo que debía decirle a Moisés. En el primero, sabemos por el mismo versículo que esto tiene que ver con la tragedia de la muerte de los hijos de Aarón. ¿Por qué dice en el v.1 que habló y luego hay una aparente repetición de eso? Recuerde que en la Escritura nada está por gusto. El texto nos muestra que Dios habló previamente con Moisés algo que después no dijo a Aarón, era solo para el consumo de Moisés. Como se relaciona con la muerte de los hijos de Aarón se puede inferir que Dios le estaba dando sus razones de por qué murieron. Dios no permitió que esto fuera dicho a Aarón porque nadie mejor que Él conoce el corazón del hombre. Cuando una persona está de luto no se le deben estar dando explicaciones teológicas de las causas de la muerte, para tratar de justificar a Dios. En primer lugar, porque Dios es justo y no necesita eso. Él nunca hará nada que perjudique al ser humano. Sin embargo, cuando una persona está de luto reciente lo mejor es estar ahí para apoyarle, para aliviarle de las cargas que se añaden al luto y no tanto para darle una clase de teología. Moisés dirá a su hermano Aarón cómo hacer para que no pase más algo así.

2. En la Fiesta de la expiación se presentan varios sacrificios que entran en la clasificación vista en la Porción 66, el olá (ofrenda quemada totalmente) y el jatat (ofrenda quemada parcialmente por el pecado), porque la reconciliación con Dios es un paquete que abarca dos áreas. El primer sacrificio habla de la consumación de la reconciliación; mientras el segundo, muestra cómo debe ser esa reconciliación totalmente. El primero apunta al trabajo que sólo Dios hace en el interior del hombre, que es total y completamente efectivo. El segundo, de cómo se expresa esa obra divina en el interior y brota como un río de agua viva hacía el exterior.

3. Como vimos en otras porciones (43-57, 59, 60), había diferentes disposiciones dadas por Dios. En esta se estará tratando de los jukim y los mishpatim. Algunos parecerían no tener mucha lógica y otros eran necesarios para el buen vivir. Por ejemplo, los jukim, que tienen que ver con los rituales del templo, encuentran cumplimiento en Cristo. El otro ejemplo son los mishpatim, que tienen que ver con la prohibición de la sangre. Este último no es algo supersticioso ni antojo divino. Por una parte, nos distingue de los animales, pues ellos se comen unos a otros incluyendo la sangre, simplemente porque tienen hambre. Ellos no valoran ni lo correcto ni lo que es bueno. Por otro lado, habla del respeto a lo esencial o a la vida que debemos tener los hijos de Dios a una vida que trasciende lo animal y lo material. Aparte de estos dos, también tiene una implicación biológica. La ciencia ha descubierto hoy que el PH de la sangre animal es muy diferente al que hay en el interior del estómago humano, lo que produce un cambio drástico de acidez trayendo así varias consecuencias que pueden ser funestas[1].

Preguntas:
a) Al leer acerca del vestuario de los sacerdotes, ¿qué ve particularmente que sea un reflejo del ministerio o la vida de Jesús?

b) ¿Qué otro jukim señalado en este pasaje cree que sea una sombra de algo en específico de la vida del Mesías?

c) Describa qué sucedía con los dos corderos, los dos cabritos y el becerro.

d) ¿Qué le recomendaría usted a un hermano que le cuenta que ha decidido dejar de comer sangre?

 


 

[1] El organismo humano debe ingerir alimentos con un PH (concentración de iones hidronios presentes) entre 7.35 y 7.45, mientras la sangre no humana varía entre 5.4 y 6.3. Esto sin contar que por su misma composición tiende a coagular cuando está en un ambiente de PH más bajo y los jugos gástricos humanos tienen su rango en el 1.0. Debido a esto último, su digestión es muy lenta, trayendo como consecuencias trastornos tales como deficiencia cardiovascular, cáncer, diabetes y otros.

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