Alguien decía en una ocasión: «La educación es hacer la vida más agradable a los demás.». Realmente, las clases para adultos se vuelven tedios porque aun tratando de hacer más amenas las clases han sacrificado el contenido. No hemos entendido que el asunto se encuentra en la forma o el método y no en el contenido. Una clase a través de las Porciones para la Vida en Way Up se debe caracterizar por lograr traer el contenido profundo y definitorio para el creyente en una forma y una metodología que el discípulo (sin importar la edad, el sexo o la afinidad del grupo) pueda disfrutar.
No es menos cierto que la mayoría de ellos están frustrados como resultado del sistema educativo secular que ha marcado a nuestra historia moderna, pero la kehilá o la iglesia puede marcar la diferencia. Por eso, la enseñanza de las porciones debe enfocarse en dos direcciones para lograr un resultado integral:
(1) Romper con la frustración y malformación con que llegan las personas a la comunidad de fe.
(2) Lograr que disfruten lo que están aprendiendo para que la asimilación y aplicación del contenido sea mejor.
Algo muy importante es que el proceso de aprendizaje debe estar caracterizado por un diálogo entre maestros y alumnos, donde todos están aprendiendo y enseñando al mismo tiempo. El maestro no solo debe llevar contenido a los alumnos que estos no saben o dominan, sino que debe ser un catalizador que mejora la comprensión de todos. El buen profesor, en este sentido, no es el que todo lo sabe, sino aquel que tiene conciencia de qué cosa sabe y qué no sabe. Y aunque sus alumnos no tienen que saber lo que él no sabe, aunque a veces sí puede pasar, el buen maestro debe estar dispuesto a decir: «¡No lo sé y estoy dispuesto a buscarlo!». Es cierto que hay personas que tienen un buen conocimiento, e inclusive a través de nuestros Cursos de Especialización, y eso no significa que sean buenos maestros. Pues enseñar es también un arte para el que Dios capacita, y que comienza por aprender a qué hacer y qué no en un aula para que los discípulos sean mejores “discípulos”.
El aula bajo la perspectiva de Way Up Foundation se considera un especio adaptativo, pues se compone de múltiples elementos: Seres complejos con diferentes formaciones e intereses, temas para aprender mucho más complejos que los individuos, porque vienen de la mente eterna de Dios, y la complejidad situacional que encierra a cada sección de clase. Por eso el maestro debe estar abierto a la creatividad y a la innovación en colaboración con otros maestros y con sus alumnos. Debe estar dispuesto a eliminar todo lo que sea contraproducente al beneficio del discipulado e incorporar todo lo que pueda desarrollarlo.
El desafío es imaginar y proyectarse en cómo pudiera hacer su aula mejor para sus discípulos y para ellos mismos como maestros, donde se pueda cultivar el apetito por el aprendizaje y saciarlo adecuadamente.
Algunos consejos para tutores y supervisores de adultos:
- Verifique que sus discípulos tienen acceso a la Porción de la Semana.
- Cree un espacio importante para la Berajá o Bendición a la clase. Y dé la libertad para si alguien siente necesidad de orar individualmente durante la clase lo pueda hacer.
- No trate de profundizar en todos los puntos importantes que encuentra en cada porción, sino en los que considere más importantes a la necesidad presente de sus pupilos. Recuerde que, al retornar a este tema en tres años se podrá ampliar en aquello que no se pudo profundizar al presente.
- Sea flexible con su horario de clases, ya sea por más o por menos de los tradicionales 45 minutos que se acostumbran a hacer.
- Cree Javrutás o pequeños grupos para que puedan debatir y compartir cómo les fue en la semana con el tema en cuestión.
- Use las preguntas que aparecen en cada porción para facilitar el estudio fuera de clases y el debate.