Cuando Dios entregó los mitzvot (fíjese que no estamos hablando de ley sino de mandamientos) el propósito apuntaba a mantener la vida de su pueblo enfocada en lo que es realmente importante:
- La relación con Él.
- La relación con la familia.
- La relación con la comunidad.
Todo lo que Dios anhela con ellos es que les vaya bien y sus días sean alargados: «Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que el Señor vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas al Señor tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho el Señor, Dios de tus padres.» (Dt 6:1–3). La mayoría de las veces los padres tratan de crear un estado de confort alrededor de sus hijos, y claro que es bueno que se preocupen por esto, lo mismo hizo Dios como Padre al preparar una tierra que fluya leche y miel para su pueblo, pero si ellos no eran capaces de poner en práctica los mandamientos que Él les había dado tendrían un desierto por territorio. En función de esto, Dios les dio líderes y organizó al pueblo de tal manera que pudieran aprender esos mandamientos y ponerlos por práctica. Enfocándonos directamente en el Benei Mitzvá (hijos del mandamiento) podemos ver beneficios inmediatos:
- Los hijos aprenden la realidad que el mundo trata de ocultar de un Ser eterno que le ama.
- Experimentarán que la base de la relación con Dios es el amor.
- Entenderán que este Ser es santo y demanda santidad a cada ser humano, empezando por ellos.
- Podrán contrarrestar la arrogancia de creer que son seres únicos o aislados al verse rodeados de Su creación, donde hay otros hijos de Él.
- Valorarán lo especial del amor en cada relación con la creación de Dios y en especial con el prójimo.
- Aprenderán a gestionar correctamente sus vidas personales para poder vivir idóneamente en la creación de Dios.
- Verán el bienestar familiar a la luz de la santidad que Dios demanda como la base de toda sociedad.
- Podrán sentir el reto de que ni la familia, ni la comunidad de creyentes, ni la sociedad podrán gozar de calidad de vida si ellos no contribuyen de todo corazón y abundantemente para eso.
Cuando todos en una comunidad de creyentes entienden realmente todo el proceso revelado por Dios y luego la ceremonia de Benei mitzvá en sí, se logran despertar vivas emociones en el corazón de los hijos en cada hogar. El afecto de sus padres, la paciencia de sus tutores en la comunidad de creyentes y el cálido ambiente familiar contribuirán a crear un entorno emocional favorable para ellos. Es verdad que Dios se relaciona con cualquiera en cualquier sitio, pero si Él ha dado las bases para crear este entorno, de seguro que los hijos lo aprovecharán mejor. O sea, que con esto no preparamos el camino para que Dios hable a nuestros hijos, sino que los preparamos a ellos para escucharle a Él.
Hablando a un nivel más profundo se puede decir que, así como sus cuerpos están creciendo y cambiando, también lo están haciendo sus almas. Al llegar a la edad de Mitzvá, es el momento en que la conciencia moral y la sensibilidad están terminando de desarrollarse, permitiendo que los jóvenes asuman responsabilidades por sus acciones. Por eso una de las cosas claras que ellos deben aprender es que la adultez implica responsabilidades espirituales, pues sus acciones son más significativas e influyentes en ellos y los demás. También por eso ellos deben aprender que, aunque la espontaneidad es buena, las obligaciones llevadas a cabo voluntariamente lo son más. Esto es porque las personas tienden a cumplir con las obligaciones por las repercusiones que puede tener no hacerlo, pero cuando este miedo se vence con el simple hecho de hacerlo porque se desea hacer, entonces eso es un síntoma de madurez. Es así como cuando alguien aprende a obedecer a Dios y cumplir con lo que Él ha establecido, por el simple hecho que se ama hacerlo, trasciende al verdadero entendimiento de la entrega a Su señorío. Este fin de las obligaciones de la niñez al inicio de las obligaciones voluntarias de la adultez es también lo que celebra el Benei Mitzvá.
Autor: Dr. Liber Aguiar.
0 comentarios