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Los cristianos no se pmeten en política.

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Una frase que he escuchado no muy pocas veces y a la cual un par de preguntas no le vendría mal: ¿Será que para los apóstoles no estaba claro qué cosa era la política? ¿Será que los cristianos de hoy no tienen la más mínima idea de lo que este término significa realmente?

Es interesante que en la mayoría de las versiones en lenguas romances no aparezca esta palabra en los Escritos Apostólicos, sin embargos alguno dirá: «Sí, pero que no aparezca no quiere decir que no se haya enseñado principios acerca de ella». Y corre como todo un “erudito bíblico”, con la mayor seguridad del mundo, a citar textos como: Ro 13.1-7; Tit 3.1; 1P 2.13-17; etc.

Volvamos, como siempre insisto, al contexto. Porque un texto fuera de contexto puede ser usado para cualquier cosa. Realidad que es la que ha marcado a este tema.

En los tiempos bíblicos existía una diferencia muy marcada entre Política y Gobierno. Bajo la Grecia clásica encontramos el término pólis (πόλις) que significa “ciudad”, y de este su adjetivo politikós (πολιτικός) que significa ‘de los ciudadanos’. En aquel entonces también llegó a indicar por extensión ‘estado’, ya que la ciudad era una unidad estatal. Esto se debía a que, en su sistema de gobierno democrático que ellos habían inventado, los asuntos del Estado eran cuestiones de todos los ciudadanos. No era una obligatoriedad participar del gobierno, sino una responsabilidad y un derecho del que solo tenían acceso los habitantes dignos y con poder civil de la ciudad.

Como consecuencia los griegos comenzaron a llamar a las personas que tenían que ver y se preocupaban en los temas sociales y el prójimo: Politikoí, en contra posición a los que solo se preocupaban en sí mismos, a los que se les llamaba idiotikós (ἰδιωτικός), es decir ‘los privados’. Este orden político griego (ateniense para ser más exacto) fue roto como consecuencia de la guerra con Esparta y aunque se trató de restaurar en varias ocasiones nunca lo pudieron hacer como al inicio. Para darle el golpe de gracia a la actitud “politica” griega llega al poder Roma, manipulando las asambleas populares que era donde se expresaba la vida política para crear una elite de gobierno. Y como siempre pasa los que tenían algún poder o influencia fueron los beneficiados de todo aquello. Los nuevos monarcas a través de un gobierno “elegido” que entendía perfectamente cómo funcionaba socialmente una “polis” (ciudad), desarrollaron un sistema donde las personas se podían interesar más en la vida con una actitud “idiota” que como “político”. De ahí el interés tan grande en mantener todas sus pólis (ciudades) entretenidas con el famoso “pan y circo”, pues esto separa literalmente al hombre de la realidad en que vive.

Así que la mayor crítica de aquellos que se atrevían a hablar contra la sociedad imperial siempre fue a favor de la virtud (la razón, el pensar, el actuar coherentemente con la sociedad). Aunque había este sentir en los más cuerdos y en los que por determinadas penumbras despertaban de la “idiotes”, no había el recurso o solución para sacar a la sociedad de eso, y por eso la mayoría perdía la esperanza; pues toda la sociedad estaba contaminada.

Y es a partir de ahí que la propuesta cristiana (el evangelio) de un reino divino que controla desde el corazón del hombre con una palabra clave ágape (amor), que implica plenitud individual a través de la relación con Dios y justicia social a través del amor al prójimo, tuvo un impacto tan grande. La salvación para la civilización de aquel entonces no solo representaba perdón y relación con Dios, sino que devolvía la esperanza a una mejor vida comunitaria, de respeto y cuidado a los demás. Donde los temas del prójimo interesaran al vecino, presentándose la naciente comunidad cristiana en “políticos” por naturaleza miembros de la real asamblea (ekklesía). De ahí el porqué, una vez que empezaron a ser conocidos como los que “trastornan el mundo” se convertían en perseguidos del “gobierno”, pues ellos representaban la única real oposición a la estrategia de todo el sistema imperial.

De todo esto podemos sacar una conclusión basada en la correlación de términos y que es la misma que han entendido a lo largo de la historia los que han luchado por el poder a través del gobierno: “Mientras más poder tenga el gobierno, menos política real habrá y viceversa”. Así que tenemos un antagonismo entre ambas fuerzas, y es ahí donde aparece el recurso más fuerte para cualquier gobierno que desea su establecimiento por encima de todo y de quién sea, la “idiotes” de toda la “polis”.

En la actualidad la palabra “político” está totalmente adulterada y, por lo tanto, confunde a la mayoría en la sociedad, y esto no hace exentos a los “interpretes bíblicos” que miran con esa misma lente. Popularmente se ha llegado a creer que la “política” es una profesión o carrera, sin entender que es precisamente lo contrario. Un político es aquel que se involucra en los asuntos de su sociedad por simple hecho de que le importa su sociedad y en especial su vecino, mientras que un profesional de la política va a cuidar los intereses de su carrera, ascenso e influencia. Esto último nada más acorde a la idiotez.

Así que, volviendo a las raíces de la palabra que tienen mucho que ver con su uso bíblico, podemos darnos cuenta de que hoy los términos han llegado a invertirse. Por un lado, la mayoría de los que se llaman “políticos” solo son realmente “idiotes”, ya que no responden a lo que le concierne a la ciudad, sino que a sus propios intereses. Con esa “idiotes”, que ha llegado a una evolución extrema a través de conceptos como el humanismo, se ha logrado por no solo la despreocupación social a través de egocentrismo sino a un rechazo casi unánime de ciudadanos, y un de cristianos, a ese mismo extremo. Y frases como: «La política es un asco», «Yo no me meto en política», o: «Defiéndete tu y déjame a mí que yo me defiendo como pueda», son cada vez más escuchadas.

Ahora, sin pretender hacer toda una exégesis bíblica, para explicar un tema que es tan claro en el mensaje divino a través de la Escritura, solo que una descontextualización que viene inclusive desde muchos traductores bíblicos lo han oscurecido, veamos cómo se usa el término “política” en la Biblia. Solo le pido que como parte de su reflexión analice y comparta con otros sus implicaciones:

Entonces dijo Pablo: Yo de cierto soy hombre judío de Tarso, político de una ciudad no insignificante de Cilicia; pero te ruego que me permitas hablar al pueblo.” (Hch 21:39–40).

Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he hecho política delante de Dios hasta el día de hoy.” (Hch 23:1–2).

Solamente que hagáis política como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio, y en nada intimidados por los que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición, mas para vosotros de salvación; y esto de Dios. Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él, teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí, y ahora oís que hay en mí.” (Flp 1:27–30).

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