Comenzaré este artículo explorando el comportamiento y la forma en que se manifestaba la vida de los cristianos en el primer siglo, así como los cambios a los que se sometieron durante la Edad Media.
En primer lugar, es crucial comprender que el cristianismo del primer siglo experimentó distorsiones con el tiempo. El encuentro con diversas corrientes culturales, sociales, ideológicas y políticas, así como el influjo del «gnosticismo» o «maguís» judío, debilitaron el núcleo doctrinal y la proyección del cristianismo.
Además, los cristianos fueron uno de los grupos más perseguidos por el Imperio Romano. Aunque Roma solía ser tolerante con diversos cultos, el mensaje cristiano amenazaba pilares fundamentales para la estabilidad imperial, como el culto a los emperadores, el sistema político y económico basado en la guerra, y la clara desigualdad entre clases, pueblos y sexos. Además, las controversias religiosas entre el judaísmo rabínico y el cristianismo llevaron a ambos a distanciarse de sus orígenes en el primer siglo.
Trágicamente, el cristianismo se alejó de sus fundamentos, especialmente en la forma de adoración, cantos, costumbres, creencias e influencias sociales. La autoridad de la iglesia empezó a prevalecer sobre las Escrituras, dando paso a la creación de una institución que, aunque inicialmente se adaptó al derecho romano, se inclinó hacia preceptos humanos en lugar de divinos. A pesar de su proclamación como manifestación de la voluntad de Dios en la tierra, la Iglesia, en realidad, se acomodó a las conveniencias de su clero. Los dictámenes de la Iglesia no eran cuestionables, incluso cuando muchos clérigos parecían priorizar sus intereses sobre los de Dios. Un humanismo a medida del ideal filosófico helénico se colocó por encima de la autoridad divina, convirtiendo al hombre en su propio dios, desplazando gradualmente a Cristo como el verdadero salvador.
Con el tiempo, la Iglesia como institución romana generó conflictos con el estado, ya que este último se establecía sobre bases no cristianas mientras la Iglesia adquiría un poder considerable. Se desarrolló una suerte de «empate» estratégico, donde el estado brindaba protección a la Iglesia, alimentándose mutuamente. Durante este periodo, se construyeron numerosas iglesias y se implementó el diezmo obligatorio para enriquecer a la Iglesia y consolidar más control y poder, una conveniencia para ambas partes. Sin embargo, esta perspectiva distaba mucho de las bases morales establecidas por los apóstoles y los verdaderos cristianos del primer siglo, cuyo único modelo a seguir era Dios a través de la vida de su hijo.
Esta época fue convulsa y amarga, marcada por la pérdida de muchos valores sociales, dando paso al inicio de un renacimiento del humanismo. Este movimiento promovía la independencia y autonomía del hombre, considerando que todo era relativo sin una verdad absoluta, una verdad que se desdibujaba en un promedio estadístico creado por el hombre. Se ignoraba la existencia de un ser absoluto, Dios, a pesar de la creencia en Él y, por ende, en la única verdad.
Me gustaría recomendarles el documental «¿Cómo debemos vivir entonces?», específicamente el capítulo 2, basado en el libro del escritor y conferencista Francis A. Schaeffer, para profundizar en el tema que hemos intentado resaltar aquí. Esto facilitará la comprensión de los cambios ocurridos en este periodo del cristianismo durante la Edad Media.
Autor: Hr. Julio Hermández
Gran artículo. Muchas gracias