Texto áureo: Dt. 28
Lecturas para adultos en la semana:
Dt. 28: Job 29-30; Job 31-32; Sal. 4; Sal. 10; Hch. 7
Descripción del tema:
1. Es bueno dejar claro, como todo cristiano debe intuir, que hacer lo correcto para recibir una recompensa o porque se le teme al castigo, es un nivel muy bajo de hacer los mandamientos. ¿Por qué decimos «nivel bajo» y no que se desecha completamente?, porque cuando alguien está aprendiendo no necesariamente lo entiende todo. Por ejemplo, los hijos deben ser educados para hacer lo correcto, aunque ellos no entiendan correctamente todo o inclusive no lo hagan de corazón. La vida, y no solo los mandamientos, está llena de ejemplos como este. Cuántos músicos hoy que aman la música y no pueden vivir sin ella cuentan de cómo sus padres le obligaron, e inclusive en contra de su voluntad, para que se educaran en esta área y hoy lo agradecen. Claro está, no quiere decir esto que hablamos de una obligatoriedad sin la dosis de amor y comprensión necesaria, porque esto así también creará traumas de rechazos. Ahora, volviendo al inicio, se debe aspirar a cumplir la voluntad de Dios porque es la verdad y porque es lo correcto, de manera indispensable con todo el corazón y no por un beneficio personal. Si al pasar el tiempo la única motivación es la recompensa o el castigo, se debe entender que esto no es servir a Dios, sino a nosotros mismos. La motivación principal debe emanar de la relación con Dios; de lo contrario, se está haciendo una forma de idolatría, donde el individuo es su propio ídolo. Además, es bien sabido que es posible cumplir todos los mandamientos de Dios y seguir siendo malvado. Todo el que tiene las intenciones correctas a la luz de la voluntad de Dios, hace las cosas infinitamente buenas que Él ha diseñado.
2. Un texto de 53 versículos describe las horribles cosas que le ocurrirán al pueblo de Dios si actúa mal. Pueden caer sobre ellos castigos como la confusión, ansiedad, oscurantismo, hambruna y otros males peores. La causa es sencilla: «Por cuanto no serviste al Señor tu Dios con alegría»[1]. Ajustándonos a lo que el texto dice, la alegría en temas espirituales debe ser igual o mayor a la que se siente como resultado del bienestar físico y material. Por ejemplo, la forma en que te alegras y estás a la expectativa de una buena comida no puede ser mayor a la que usas para ir al servicio de adoración. La forma en la que se enfocan las pasiones es la que en verdad determina quiénes somos. Hay ocasiones en que se evade la relación con Dios: (1) El tiempo personal de devocional, (2) El tiempo para aprender de la voluntad de Dios. Cuando dejamos de hacer lo que Dios quiere, no solo dejamos de servirle, sino que también se pierde el gozo de hacerlo.
3. Una pregunta para analizar sería: ¿Por qué quejarse por las consecuencias cuando una vida sin consecuencias genera incertidumbre? Sabemos que sin consecuencias la vida estaría vacía y carente de significado. Entonces, lejos de quejarse por las consecuencias buenas o malas, la acción humana debería concentrarse en propósitos de Dios para que cada una de ellas sea positivamente significativa. Por ejemplo, si toda mi vida lucho por ser una buena persona y en la eternidad Dios pone a mi lado a Benito Mussolini sin arrepentimiento, sería una burla y una tortura para mí. De igual manera, si desperdicio mi vida y Dios me sienta al lado de Pablo, me sentiría como un fraude para él. La respuesta de Dios a la falta de interés en Él y a sus mandamientos es puesta, de forma clara y sencilla, delante de nosotros a través de las consecuencias que esto conlleva.
Preguntas:
a) A la luz de esta porción y según Job 31, ¿en qué consistía la integridad de Job?
b) ¿Cómo considera usted que debe enseñarse en un hogar a los hijos acerca de la vida cristiana?
c) ¿Qué sinónimos pudieran utilizarse para explicar lo que es «Servir a Dios con alegría»?
d) Si Dios es bueno, ¿por qué hay consecuencias tan desastrosas para el ser humano desobediente?
e) Haga una lista de las acciones que son recompensadas por Dios.
[1] Dt. 28.47