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Porción 156

Texto áureoDeuteronomio 34:1-12
Lecturas para adultos en la semana

Día 1 Deuteronomio 34:1-12

Día 2 1ªReyes 18-19

Día 3 2ªCronicas 6

Día 4 Salmo 31

Día 5 Mateo 9

Día 6 Marcos 9:2-32

I- Cara a cara con Dios.

No hay mayor testimonio y satisfacción de una persona que ser llamado «siervo de Dios» (Dt 34:5). Aquel que es siervo no tiene una total autonomía porque pertenece completamente a su amo. Moisés, luego de ser llamado por Dios, mantuvo toda su vida dedicada al Amo de la creación. Paralelo a esto, y a diferencia de otros miembros de una casa real, el siervo tiene un privilegio que los demás no tienen y es el acceso a los lugares más íntimos de su rey. Aún más, el siervo tiene comunicación directa con su amo, por eso Moisés tuvo el privilegio de hablar cara a cara con su Creador.

II- En los brazos de Dios.

Moisés murió «por la boca de Dios»[1]. Esto significa que Dios le quitó el alma de la misma forma en que la da, con un “beso Divino”. Seguidamente, el texto narra cómo Dios mismo enterró a Moisés y hasta el día de hoy nadie sabe el lugar exacto en el que fue enterrado. Imaginemos la escena: «Dios llega al finalizar las bendiciones y enfrente de todo el pueblo, le quita el aliento a Moisés, prepara el cuerpo, lo carga y se lo lleva, poco a poco se aleja hasta perderse de la vista de todos, llega a un lugar, abre la tumba, lo entierra y se va». No hay película de Hollywood que pueda describir tal emoción.

El texto bíblico no revelará nunca, ni a través de los profetas ni de los apóstoles, dónde fue enterrado Moisés. Hay muchas explicaciones que se dan para esto, pero una de ellas es especialmente muy aceptada. Aunque Moisés era un hombre muy grande, aun así, era un ser humano sujeto al pecado y rodeado de pecadores. Había un peligro inmenso de que su tumba se convirtiera en un lugar de culto, e inclusive, que el pueblo lo considerara una especie de semidiós. No olvide que la mayor prueba que el pueblo de Israel enfrentó por siglos fue precisamente la idolatría.

III- Viviendo abundantemente en tiempo y calidad.

Moisés ciertamente vivió una vida muy larga (Dt 34:7). Sin embargo, al mencionar cómo se sentía antes de morir dijo: «…sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.», lo que enseña algo tan importante paralelo al número de años que vivió. Esto se refiere a “cómo” se vivieron esos años. La gracia de Dios, la intimidad con Él, una vida ajustada a Su santidad y la influencia positiva en los demás durante los años de vida, todo eso es más importante que la propia existencia de Moisés. Muchos se enorgullecen de la cantidad de años que han vivido, sin poder contar mucho de su calidad de vida.

Si bien hay mucho que se puede hacer para conseguir placer, la mayoría de esas experiencias son tan transitorias como un dormir restaurador. Cuando se vive como se ha dicho anteriormente, se eleva el alma permanentemente y, por lo tanto, proporciona una eterna felicidad que no se perderá nunca. Esta es la fórmula proporcionada por el Creador para sentirse bien en todo momento, para que el vigor nunca disminuya.

Preguntas:

1.- Sí a Dios nadie le ha visto jamás, ¿quién sería Aquel que apareció y se llevó el cuerpo de Moisés? Apoye su respuesta con textos bíblicos.

2.- ¿Cuáles cualidades acompañaban a Josué para que el pueblo lo aceptara como sucesor de Moisés? Apoye su respuesta con textos bíblicos.

[1] Traducción literal de  עַל־פִּייְהוָה (Dt 34:5).

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