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Porción 24

Texto áureoGénesis 40
Lecturas para adultos en la semana

Día 1 Génesis 40

Día 2 1ªReyes 3

Día 3 Jeremías 24-25

Día 4 Daniel 7-9

Día 5 Joel 1-2

Día 6 Mateos 1:18-25

I- Diferencia entre sueño y visión.

Muchas personas en la Biblia tuvieron sueños proféticos, algunos de ellos eran personas que no servían a Dios ni lo adoraban. Sin embargo, los intérpretes siempre fueron personas al servicio del Señor, porque las interpretaciones correctas siempre vienen de Dios (v.8).

El tema de los sueños ha fascinado y perseguido a la humanidad desde siempre. Soñamos sobre nuestras esperanzas, miedos, ansiedades y fantasías. La mayoría de las veces soñamos acerca de personas y eventos que ocupan nuestra mente durante el día, aunque en ocasiones nuestros sueños nos toman completamente por sorpresa.

Y aunque hay sueños que pueden venir de Dios, hay un contraste que debemos tener claro entre tener ese tipo de sueño y tener una visión, pues son experiencias diferentes. Aunque ambos pueden revelar el futuro o la claridad de un evento pasado o presente, el que sueña no está meramente viendo el futuro, sino que lo está viviendo. A menudo nos despertamos pensando: «¡Gracias a Dios fue sólo un sueño!». Así, a diferencia de la profecía en la que a un profeta se le muestra una visión del futuro, quien sueña es transportado al futuro y lo experimenta como un ahora mismo.

II- De las decisiones de Dios no se puede huir.

José describe en el sueño lo que pasaría con el jefe de los coperos y el de los panaderos, pero al final del capítulo no sabemos el motivo de por qué el panadero fue sentenciado a muerte. Analizando un poco la situación podemos decir que cuando faraón mandó a buscar a los dos, ellos estaban predispuestos por el sueño, entonces el panadero no quiso ir para que no lo mataran, tratando así de impedir el cumplimiento de la interpretación, y fue precisamente eso lo que le llevó a la muerte.

Cuando una visión viene de Dios no se debe tratar de impedir que ocurra; solo en el clamor a Dios se puede dialogar con Él.

III- Vivimos una realidad y un día despertaremos a otra realidad.

Como se ha dicho, cuando se está soñando (y no necesariamente algo profético) se cree en ese momento que estamos en esa realidad. Pero si creemos que algo es real, y nos damos cuenta de que no lo es, ¿cómo podemos saber que la vida que vivimos hoy es real? Tal vez, también sea una ilusión o sueño. Alguno pudiera decir al respecto: «Porque ahora estoy seguro de que es real». Pero…, ¿no sentías lo mismo mientras soñabas?

Los sueños son algo grandioso que Dios nos ha regalado precisamente para desafiarnos. Uno de esos desafíos es que ellos constituyen la clave para creer en un mundo siguiente y diferente a este. Nos brindan una experiencia que nos puede sensibilizar acerca de un mundo más allá. Este mundo dejará de ser para nosotros en algún momento, ya sea porque morimos o porque éste simplemente termina de existir[1]. Entonces dejaremos de percibir este mundo y comenzaremos a percibir el otro que es la verdadera vida[2]. El mundo venidero será como despertar de un sueño. Nadie que haya soñado alguna vez puede negar, rotundamente, la experiencia de que este mundo sea transitorio con respecto a otro mundo.

Preguntas:

1.- ¿Conoce de alguien con algún sueño profético?[3].

2.- ¿Cómo considera usted que se pudiera diferenciar un sueño natural a un mensaje de Dios?

3.- ¿Cómo cree que puede ser el mundo que Jesús decía estaba preparando? (Jn. 14.2).

[1] 2P 3:10-11; 1Co 15:51-55.

[2] Jn 14:1-3; Hch. 7:55; 2 Co 5:1.

[3] Sugerimos al maestro buscar un hermano en la congregación que haya tenido alguna experiencia de este tipo y servido de edificación.

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