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Porción 26

Texto áureoGénesis 42-43
Lecturas para adultos en la semana

Día 1 Génesis 42

Día 2 Génesis 43

Día 3 Salmo 146

Día 4 2ªCorintios 3

Día 5 2ªCorintios 8

Día 6 1ªPedro 3:8-22

I- Cuidado con el derroche.

Dios enseñó a José algo muy importante: En los momentos de abundancia no se puede derrochar, hay que guardar para cuando llegue la escasez (vv. 55-57). El ser humano, y más hoy, está atrapado siempre en el consumismo. Esto es una especie de droga que cuanto más se consume, más se quiere seguir consumiendo. Y eso atenta completamente contra sus momentos de crisis.

Hay quienes piensan: «Bueno, cuando llegue la crisis pues la enfrento y dejo de gastar», pero hay dos problemas con esto: (1) Cuando llegue la crisis lo más probable es que no haya oportunidad ni recursos para guardar, (2) La crisis llega cuando menos se espera. La actitud sabia es guardar de lo que ya tenemos hoy, porque el momento de crisis no se sabe cuándo pueda llegar.

II- Cuidado con desvalorizar lo que parece poco.

La palabra hebrea que aparece en Gn 41:48 para tierra es eretz, que aquí señala de forma especial a la ‘tierra’, pero no como país, sino como la materia orgánica y mineral que compone el suelo. Por eso también agrega «del campo de los alrededores». O sea, que José decidió recoger las pequeñas cantidades que muchas veces las personas por la abundancia en que viven desechan. José aprendió a valorar también lo pequeño.

A veces tenemos una pequeña cantidad de algo, y por ser pequeña la desvalorizamos. Por ejemplo, tenemos un salario de $1000 y vemos que algo cuesta solo $5, entonces pensamos: «No importa gastar esto porque es poco», sin entender que muchos pocos nos pueden llevar a una mayor cantidad.

Lo mismo que en la vida social. Cada pequeña acción que podemos ir haciendo o recibiendo de los demás pueden llenar un monte. Muchos pueden desvalorizar lo que hacemos porque tal vez sea poco, el secreto está en no dejar de hacer y al final eso contará como mucho.

III- Siembra tu crédito.

Tristemente vemos en Gn 42:4 a Jacob que nunca más pudo confiar en sus hijos. Muchas veces no actuamos responsablemente antes los demás en algunas situaciones y pretendemos que sigan confiando en nosotros. Debemos entender que la confianza no viene por imposición ni exigencias, sino por acciones que meritan nuestra responsabilidad. Tampoco pueden confiar en nosotros de la noche a la mañana, necesitan ir viendo un cambio que les vaya dando la confianza.

José, al estar frente a sus hermanos, no dio rienda suelta a sus emociones, pues el arrepentimiento en ellos era mucho más valioso que un tiempo de alegría. Él no podía confiar plenamente en aquellos que no habían demostrado ser de buenas intenciones y acciones. De hecho, no podemos ver las intenciones de alguien hasta que no veamos sus acciones. Muchos reclaman que sus intenciones son buenas, sin darse cuenta de que en realidad estas solo se pueden apreciar a través de sus acciones.

IV- Evalúa y después ten amigos.

Dios mira las intenciones, pero los hombres solo podemos sacar conclusiones a partir de las acciones. A menos que Dios nos permita discernir. Por tanto, debemos elegir amigos a partir de esas acciones que vemos en nuestro favor y que nos acercan al buen vivir. Una persona que nos aleja de Dios y del buen vivir debe ser descalificada por esas acciones como amigo.

Por otra parte, una persona que demanda nuestra confianza sin darnos la oportunidad de conocerle debe saber que, por mantener esa actitud chantajista, ya queda descalificada como alguien en quien se puede confiar.

V- Vengarse es perder la oportunidad de esperar algo mejor.

José no aprovechó para vengarse, sino que estuvo pendiente del arrepentimiento de sus hermanos para buscar un bien mayor. La venganza no corresponde a los hombres, porque podemos equivocarnos en cualquier momento al valorar con exactitud a otra persona.

Por otra parte, si entendemos que nosotros también cometemos errores que meritan una venganza, podemos entender que nadie puede juzgar definitivamente a otro en este sentido. La venganza sólo pertenece a Dios, el cual dará a cada cual lo que merece según sus obras[1].

Preguntas:

1.- ¿Por qué cree usted que en la abundancia las personas se vuelven derrochadoras?

2.- ¿Qué le diría a una persona que no confía en usted?

3.- Si alguien se acerca a usted en busca de amistad, ¿cuál sería la mejor actitud suya?

4.- ¿Cómo pudiera usted acercarse a una persona para mostrar su amistad?

[1] Ro 12:19; Pr 24:12.

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