Porción 43

Texto áureoÉxodo 20 : 1 -2
Lecturas para adultos en la semana

Día 1: Josué 22

Día 2: 1Reyes 2

Día 3: Sal 119:1-8

Día 4: Nehemias 9

Día 5: Romanos 7

Día 6: 1Timoteo 1:1-11

I- Los Debarim.

Aunque se le conoce comúnmente como los “Diez mandamientos”, se debe aclarar que en ningún lugar de su contexto es llamado así, aunque los traductores de algunas versiones lo hayan intentado. Siempre se le llamó “las palabras” (devarim)[1] y de una forma más exacta ‘juramentos o promesas’, aunque también de forma general es llamado como “la ley” (torá).

Por otra parte, la palabra hebrea aseret, que se traduce como ‘diez’, tiene su significado más relacionado con ‘decena’, en referencia al conjunto total de diez números que se encuentran entre el diez y el diecinueve. O sea, que estas no son diez exactamente. De ahí, que cuando algunos estudiosos cuentan cada una de las sentencias encontremos diferencias con respecto a las cuentas[2]. Este concepto ‘decena’ apunta más a una unidad de los acápites que a un número específico, y so obliga a que no se pueda decir que se cumple con siete de ellos y no con el resto, porque estas “palabras” son una unidad para ser cumplidas[3].

II- Los Mitzvot.

En la mentalidad hebrea, las Diez Palabras representan muchos detalles que posteriormente Dios también entregará al pueblo, en los llamados “mandamientos” (Mitzvot). Todos estos acápites se pueden subdividir en tres grandes grupos o categorías: (1) las edot, que representan un 20%, son aquellos que crean una identidad como pueblo de Dios[4], (2) los jukim, otro 20%, son aquellos acápites ilógicos que Dios demanda y una vez revelados sus simbolismos dejan de ser ilógicos para convertirles en misterios develados[5], y (3) los mishpatim, el 60% restante, son aquellos que rigen y defienden el derecho de los individuos en la sociedad[6]

Además de esta subdivisión general, todos los detalles que se desprenden de la Torá entregada en el monte Sinaí también se pueden subdividir en dos grandes grupos que ayudan desde otra perspectiva a su entendimiento y obediencia: (1) Los mandamientos para no hacer (mitzvot lo taasé), (2) Los mandamientos para hacer (mitzvot asé).

Paralelo a esto, y con mayor marcaje para la perspectiva del idioma griego y de forma muy general en el hebreo[7], el término ‘palabras’ (debarim) se asocia más con lo que no se puede hacer[8], mientras que los ‘mandamientos’ (mitzvot), con el cómo hacer lo que sí se puede hacer[9].

III- Conócete a ti mismo.

Pablo va a explicar algo que solo se puede entender bajo el milagro de la salvación, y es el cómo funciona la relación ley-mandamiento en el plan divino[10]. Las leyes son dadas para el desobediente[11], para que pueda saber que por necesitarlas es porque algo malo en él lo mueve a eso. Sin embargo, para Pablo que nació bajo una educación en donde lo malo está anunciado que no se haga a través de la ley (torá), y que por tanto él no hacía[12], eso le hacía creer que él estaba bien. O sea, le creaba una fachada por no hacer lo malo que le hacía parecer que era bueno. Pero al llegar el momento de querer hacer lo bueno, es decir los mandamientos (mitzvá asé), y no poderlos cumplir correctamente entonces eso le hizo evidente que su naturaleza pecaminosa estaba oculta.

Por eso es se puede encontrar a personas que como él creen que no son pecadoras por el simple hecho de no hacer cosas incorrectas, pero cuando éste va a cumplir los mandamientos correctamente, eso le va a revelar su real naturaleza.

De ahí la importancia de ocuparse del espíritu a través de lo que Dios enseña para hacer, porque es así como se conoce su propia naturaleza, si pecaminosa o si regenerada del ser humano[13]. De manera que, aun cuando parezca que se cumple con los Diez juramentos es a través de los mandamientos se podrá descubrir su verdadera naturaleza. Ahora, al confesar con la boca y creer en el corazón en la obra salvífica de Cristo[14], la persona se puede escudar en esa acción expiatoria que justifica sus errores y la condenación anunciada en toda la Torá no tiene efecto, cosa aprovechada por Dios para ya sin culpa regenerar el alma pecaminosa del hombre[15].  

IV- Un Jukim cumplido.

La Fiesta de pentecostés (Shavuot) celebra este día de la entrega de la Torá (los Debarim y los Mitzvot) en el monte Sinaí, y como ella en sí misma es un mandamiento de aquellos que debían ser revelados (jukim) su perfección se encuentra cuando Dios a través del Espíritu Santo grava esa ley en el corazón del hombre[16].

V- Una introducción para aclarar dudas.

Dios hace una presentación con la que avala que esto no es un invento de Moisés, ni es producto del devenir histórico de la nación de Israel, sino que es Él su propio autor. Esto implica dos cosas: (a) Una obediencia de aquellos que le aman, (b) Y un respeto a no crear leyes o tradiciones que pudieran competir con la suya. Lo último implica que el hombre podía crear sus propias tradiciones y leyes, pero nunca que estas pudieran competir o ser puestas a la altura de las Suyas.

Algunos como los rabinos talmúdicos y Juan Calvino creyeron también que, aunque esta introducción no se menciona como una ley categóricamente, tiene una implicación como si lo fuera al demandar fidelidad en la interacción con Él.

Preguntas:

1.- Explique la diferencia entre ley y mandamientos.

2.- Basado en Ro 7:7-12 explique el proceso que Pablo detalla.

3.- Investigue en qué consistía y cómo se celebraba la Fiesta de pentecostés. Luego explique, qué pudieran significar sus detalles a la luz de la acción del Espíritu Santo.

4.- ¿Cómo ve usted que se aplica esta porción a la crítica que hizo Jesús a los escribas y fariseos? (Mt 23).

 

[1] Aseret Hadevarim (עֲשֶׂרֶת הַדְּבָרִים) esto significa de forma sencilla las ‘diez palabras’, o de forma significativa los ‘diez juramentos’.

[2] Un ejemplo es la contradicción en las opiniones entre Agustín, Lutero y Calvino en cuanto a la primera sentencia. Este último ve el «Yo Soy YHVH tu Dios» como el primero siguiendo el Talmud, mientras para los dos primeros esto es sólo una introducción.

[3] Stg 2:10.

[4] Dt 22:12; Mt 23:5.

[5] Lev 11; Sal 2:7.

[6] Sal 19:9-10.

[7] Pr 3:1.

[8] 1Tim 1:8-11.

[9] 1Co 7:10.

[10] Ro 7-8.

[11] En este libro asociamos “ley” con mitzvá lo taasé (mandamientos para no hacer), para facilitar el entendimiento del estudiante, no porque sea lo más exacto.

[12] Ro 7:8b.

[13] Pr 23:7.

[14] Ro 10:9.

[15] La práctica y el disfrute de lo mal hecho es la que marca la diferencia entre pecado y el error natural del ser humano (1Jn 3:8).

[16] En otra porción se profundizará en el tema de esta fiesta.

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