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Porción 73

Texto áureo: Lv. 18

Lecturas para adultos en la semana:
Lv. 18; 2 R. 13-14; Sal. 106; 1 Ts. 4.1-12; 2 Tim. 4.1-8; 1 P. 4

Descripción del tema:
1. El capítulo 18 va a enfocarse de forma más general en toda la nación, muy diferente de lo anterior que tenía que ver más con el tabernáculo.

2. Vivimos en un mundo donde se ha hecho creer que amar es un sentimiento incuestionable por nadie, pero esto es sumamente egocéntrico y en realidad no es amor. Cuando una persona ama se interesa por saber primeramente qué es lo que agrada a la otra persona y qué es lo correcto para hacer por otra persona. El amor como sentimiento únicamente tiene ausencia total de dónde enfocarse o ser eficaz. Por ejemplo, una persona que llega a una familia por mucho que la ame, si no entiende los mecanismos básicos en los que se estructura esa familia no solamente creará una desarmonía, sino que también creará una mala disposición hacia él. Cuando Dios dice «ama a tu prójimo[1]», ¿está mandando a sentir o estará mandando a hacer por el prójimo? Bajo esta perspectiva, el cómo hacer las cosas (que pudiera identificarse con una ley) es indispensable para aquellos que sienten la necesidad de amar. A partir de esto, podemos conceptualizar el amor como acciones genuinas de bondad que expresan un sentimiento supremo.

3. Muchas veces repetimos: «odiamos el pecado, pero amamos al pecador». El asunto está que muchas veces el pecador va a exigir que participemos con él del juego del pecado, y entonces va a alegar que no se le quiere si no aceptamos, reconocemos y hasta participamos de lo que hace, pues en realidad cuando no hay absolutos morales definidos todo queda en el marco de lo que cada cual considera correcto. Solo un absoluto moral define qué es bueno y qué es malo. La ley de Dios no simplemente nos ayuda a vivir en idoneidad, sino también que va a definir cómo ha de ser el comportamiento humano. Por esto es una necesidad imprescindible para el ser humano. Una comunidad cualquiera que sea, sin el absoluto moral definido por Dios está destinada a verse envuelta en un caos de proporciones incalculables.

4. Entre las acciones para no andar en costumbres de los gentiles se encuentran[2]:

– Amar a los padres.

– No hacer nada que tenga que ver con las idolatrías de ellos.

5. A diferencia de otras religiones, la Biblia no enseña el temer a los “deseos”, no los considera malos intrínsecamente. Ellos son parte de una vida humana saludable. Por ejemplo, el deseo sexual es un prerrequisito para la existencia humana. Sin embargo, si una persona no logra controlar sus deseos, estos acabarán con él. Una experiencia sexual puede ser placentera y significativa, pero la inmoralidad sexual puede ser, por el contrario, enfermiza, destructiva y puede terminar dominando la vida de la persona.

Preguntas:
a) ¿Amar al prójimo o amar a Dios es un sentimiento, una acción o ambas cosas? ¿Por qué?

b) ¿En qué sentido considera usted que estas dos acciones (en el punto 4) cuidan de no andar en costumbres de los gentiles?

c) ¿Cree usted que para controlar los deseos desmedidos se deba esperar a que Dios obre o debemos tomar acción sobre ellos? ¿Por qué?

 


 

[1] El prójimo es cualquier persona inmediata, sea creyente o no creyente. Por eso en algunas ocasiones se traduce como vecino. Es incorrecto manifestar que se ama a alguien que producto a su lejanía el amor no se puede concretar. El ser humano acostumbra a ver el amor al prójimo como algo abstracto, pero si el amor implica sentimientos y acciones genuinas, entonces debe ser enfocado a aquel cercano, es ahí donde se convierte en un reto.

[2] Aquí sólo dos acciones de manera general porque en otras porciones, como es el caso de la siguiente, aparecen otras.

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