Texto áureo: 1Jn 4.7-21.
Entendiendo el texto: El amor entre los hermanos de la fe es la característica que debe distinguir a la iglesia. No es la alabanza, la predicación, el edificio, ni siquiera la Biblia. Todo esto es bueno, pero el fruto del amor es el que distingue a la persona que ha nacido de nuevo. Cristo enseña que los niños son los máximos exponentes de este amor; por eso debemos brindarles espacio a ellos para que disfruten esto, de tal manera que llegue a ser para ellos la forma normal de vida (Mt. 18.1-9). Cuando crezcan, deben poner en la balanza ese fruto que caracteriza a la iglesia y que es lo contrario a lo que ocurre en el mundo. Satanás siempre querrá engañarles con lo contrario, haciéndoles creer que lo que oferta el mundo es superior a lo que le oferta la iglesia. Ahora, lo que sucede en la iglesia ocurre por un milagro de Dios en el corazón de aquellos que se han rendido a Él.
Sugerencias:
- Mencionando el nombre del niño, diga cuánto sus padres y usted le aman.
- Cante y anímele a gorjear junto a usted.