¿Por qué un Sidur del siglo I sería diferente a lo que se ha hecho en la historia a partir del siglo III hasta hoy?
Se debe entender que existe un cristianismo oficial que ha llegado hasta hoy, pero que poco a poco con los avances arqueológicos, inscripciones y textos antiguos que han aparecido, ha podido emerger una visión más clara del cambio sustancial en la liturgia de la iglesia que ocurrió en este tiempo, produciendo una liturgia que ha llegado y se impone hoy completamente separada de la realidad apostólica. Que, según hemos visto en otros articulos de este Blog (véalo aquí), no manda en la mayoría de los casos para el infierno a nadie, porque puede ser clasificada como un desarrollo de la espontaneidad, aunque no se le aproveche ciento por ciento su función pedagógica y cooperativa en la armoniosa adoración de una comunidad de fe. Y esto sin contar aquellos casos en que simplemente han seguido un modelo pagano de adoración convirtiendo su liturgia en un culto extraño más.
¿De dónde viene este orden que trata de rescatar el Sidur de Way Up?
El orden que siguió la iglesia en sus inicios y que tratamos de rescatar en el Sidur de Way Up se transmitió desde tiempos antiguos a través de una tradición oral. Por eso no se puede encuentrar entre los Escritos apostólicos una carta o libro que detalle el Sidur que ellos seguían, porque esto formaba parte de su tradición oral. Claro está, sí vamos a encontrar vestigios de éste entre sus escritos, aunque no un Sidur como tal.
¿Por qué ninguno de ellos hizo un Sidur para facilitar la permanencia de esa liturgia en la iglesia?
Hay dos razones principales: La prioridad y la tradición oral. Recordemos que hacer un libro en tiempos apostólicos era muy costoso, hasta que siglos después apareció la imprenta[1]. Así que las secciones, las plegarias[2] y todo lo que formaba el orden litúrgico se hacía de memoria, pues desde niños se repetía cada día y se transmitían sus detalles de forma oral. Esta forma de transmisión a través de la tradición oral para el tiempo de ellos estaba tan desarrollada que tenía sus leyes propias y no era un simple contar de boca en boca. Lo que atentó contra esto fueron las condiciones sociales posteriores de persecución y de rápido crecimiento en donde la cizaña fue más prolífera que el trigo. Fíjese que uno de los pocos fracasados en cuanto a esta transmisión oral como sistema fue el cristianismo; porque el judaísmo y la mayoría de los pueblos semíticos han continuado en uso de esta metodología de transmisión educativa y cultural hasta hoy con mucha efectividad.
Por otra parte, en el tiempo bíblico como hasta hoy, existían personas que se especializaban en la liturgia, los llamados Shaliaj Tzibur, o sea los ‘apóstoles de las congregaciones’, quienes eran tan importantes que inclusive se decía que un Shaliaj en una congregación, si solo había presupuesto para contratar a una persona, era más importante que alguien que conociera a la Escritura (un rabino).
Antes de continuar sería bueno dejar claro que el mismo pueblo que preservó durante siglos la Escritura, también preservó esa tradición oral. No fue hasta el momento en que el evangelio llegó a los gentiles en masa y que los neo fariseos comenzaron a manipular esa tradición (después del siglo II), que se empezó a desacreditar a la tradición oral dentro de los seguidores de Jesús. Curiosamente, la crítica textual hoy ha demostrado que tampoco la tradición escrita es de fiar en un 100%, cuando solo en el llamado Nuevo testamento tenemos más de 250 000 variantes textuales. Así que, la investigación histórica y la comparación con la escritura será la clave para rescatar esa tradición oral y llevarla a la Escritura. Sin embargo, esto que hacemos no descalifica a la tradición oral, porque siempre quedará mucho que es imposible llevar al papel y se seguirá transmitiendo de boca en boca.
Como dato interesante se debe sumar que los nuevos fariseos, como consecuencia de su nuevo estatus de exiliados y para no perder esa tradición, se vieron obligados a escribir a finales del siglo III una parte reducida de la tradición oral en lo que se conoce como la Mishná, de la que no nos ha llegado ninguno de esos reducidos documentos manuscritos sino copias tardías realizadas a partir del siglo IX de ella[3] en su versión del Talmud. Por su parte, el Sidur de estos judíos se comenzó a escribir tiempo después, quizás por el siglo III basado en los datos propios que brinda la Mishná. De él nos han llegado copias muy tardías al igual que con el caso de la Mishná. Sin embargo, en el cristianismo no tenemos ningún indicio de que esa tradición oral transmitida por los apóstoles haya tenido un proceso similar y se haya escrito con el fin de preservarla, lo que contribuyó a su casi total desaparición hasta hoy. Lo más parecido a eso son la descripción que hace Hipólito de Roma del bautizo o algunas homilías sobre la Pascua e himnos de Ambrosio, donde más bien se está describiendo algunas prácticas de sus congregaciones con un fin más bien apologético ante las críticas sociales que se les hacían. Todo lo demás son detalles aislados de algunas de sus prácticas religiosas. Claro, gracias a que hoy podemos unir todo eso podemos ver una armonía en lo que hacía la iglesia en sus primeros siglos con el judaísmo, aunque con el tiempo y poco a poco se fueron separando.
Autor: Dr. Liber Aguiar
[1] La imprenta se empieza a utilizar para la publicación de libros en época medieval (1440 d.C.) de la mano de Johannes Gutenberg.
[2] A lo que llamaron los apóstoles “cánticos espirituales”.
[3] Códice Kaufmann, Códice Parma, Manuscritos de la Genizá del Cairo.
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