La responsabilidad total de que este evento se realice recae en los padres primeramente y luego en la iglesia. Los niños deben crecer con una buena expectativa que los padres y su comunidad de fe le van a ir creando y desarrollando. Este equipo (padre e iglesia) debe proveer y esmerarse para la educación espiritual de todos los niños de la congregación, desde que nacen y hasta que alcancen su madurez espiritual. Sin embargo, la ceremonia en sí debe recaer sobre los hombros del jóven.
¿Cómo puede ser esto?, muy simple. Los jóvenes deben administrar el presupuesto que sus padres le regalen (comenzando por diezmar de su equivalente) y escoger los elementos que necesitarán para demostrar su madurez. Claro, esto no quiere decir que se les dejará a sus decisiones todo, porque todavía no están apto para esto (pues la ceremonia no ha finalizado), sino que sus padres y tutores evaluarán lo que estos vayan diseñando y harán sugerencias para eliminar o incorporar algún detalle. En dependecia de cómo el jóven enfrente cada uno de los retos, este proceso de preparación indicará su madurez espiritual para la vida.
Un mandamiento se asocia en forma particular con el Benei-Mitzvá: El tiempo devocional, por eso el Señor Jesucristo le llamó «el principal mandamiento» (Dt 6: 4-8; Mr 12:28-34). Durante la ceremonia deberá exponer por qué y cómo hace las rogativas, oraciones, peticiones, acciones de gracias y la lectura de la Escritura. Es alrededor de este mandamiento que se va a organizar el resto de la ceremonia. Esto se debe a que cuando tome la decisión de bautizarse formará parte de la congregación con acceso, inclusive, a su liderazgo. Una persona que no sabe o desvaloriza la vida devocional, puede tener inquietudes con respecto a lo que hace o no su comunidad de fe, pero realmente es inmaduro para formar parte de las desiciones. Por eso es tan importante educarles en esta área, ellos deben aprender a cultivar su vida espiritual, pero también la de su iglesia.
El momento mejor para comenzar la ceremonia es el servicio de shajarí en el shabat, donde será llamado al frente (aliya) primero y luego será oportuno para compartir con la congregación de su alegría y con todo lo planificado (refrigerios). El hecho de estar regidos los servicios semanales por una porción, le permitirán al niño sacar cuenta y prepararse para la lectura bíblica del día seleccionado, la oración y dar las palabras necesarias por la ceremonia. Todo termina con las mismas palabras de su padre o tutor, con que Dios también reconoció a su Hijo en igual ceremonia: «Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia» (Mr 1:11). En el caso de ser un Bar Mitzvá, el joven también tendrá la responsabilidad de dar gracias por el pan y el vino al final del servicio, mientras de ser una Bat Mitzvá la joven dará la acción de gracias por las nerot (velas) en la mesa familiar, cuando sea la apertura del shabat y donde deberá haber algunos testigos (invitados).
Los jóvenes no solo son reconocidos y aprobados por la declaración del padre, sino que al terminar el servicio en la recepción podrá recibir regalos. Y aunque se puede regalar lo que se desee, se debe entender que en una ceremonia espiritual hay regalos más importantes que otros. Dado que, a partir de aquí, ellos se vuelven voluntarios a las obligaciones con Dios lo más apropiado debe ser lo que les ayude a cumplir con este deseo. Por ejemplo:
- Una Biblia de estudio.
- Un Talet.
- Unos Tefilim.
- Unas nerot.
- Una tzedacá para dar sus ofrendas.
- Algún libro de testimonio de la obra de Dios.
- Algún dinero.
Autor: Dr. Liber Aguiar
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