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ENTENDIENDO LA CELEBRACIÓN DE JANUCÁ (3ªParte).

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Janucá, una nueva fiesta establecida.

Para entender plenamente la festividad de Janucá tal como la conocemos hoy, es esencial remontarnos a sus orígenes. En el artículo anterior, exploramos los primeros años de esta celebración después de la victoria judía lidereada por los Macabeos. Aunque inicialmente esta celebración tuvo mucha acogida, y más con el impacto vivido en los días de la Dedicación, sin embargo con el paso del tiempo la familia Macabea (asmoneos) no solo quedó al frente del gobierno, sino que llegó a usurpar el lugar del sumo sacerdote. Como consecuencia de esto muchos comenzaron a desligarse de ellos, como nos cuentan algunos de los manuscritos de Qumrán.

En este periodo van a aparecer las diferentes sectas, y como es natural cada una se identificaría o no con la nueva fiesta de Janucá. Los saduceos y los esenios no la celebrarían, mientras que los fariseos serían los únicos que sí la adoptarían. En la época de Jesús, los fariseos eran los más estimados por todo el pueblo, lo que llevó a que, aunque las otras sectas no celebraban la fiesta no les quedaba más remedio que ver como la mayoría de la nación sí la celebraba. O sea, que cuando una persona celebraba esta fiesta automáticamente se estaba identificando con la secta farisea, aunque no perteneciera oficialmente a ella.

La destrucción del Templo y de Jerusalén en el año 70 d.C. llevó a los principales sabios fariseos, que eran reconocidos por la propia secta y que se conocían como rabinos, a que se reunieran en la ciudad de Yavne y decidieran compilar lo principal de su tradición oral y que les distinguía de las otras sectas, además de plasmar también los hechos históricos recientes que justificaban o les daban preponderancia a ellos. Claro está, había un reto gigantesco para ellos que era actualizar sus prácticas a la luz de una realidad: No hay Templo y por lo tanto no hay sacrificios. Así que en este momento no quedó otra opción para ellos que reinventar completamente el fariseísmo, para esto se cambió el nombre por uno más universal “judaísmo”, se le dio un nombre general al liderazgo local que fue el de Rabino (que era solo honorífico hasta entonces), se trasladó y oficializó la liturgia desde el templo a la sinagoga. En esta actualización también se rediseñaron algunos detalles de las diferentes fiestas establecidas por Dios (moadim), pero en cuanto a las fiestas creadas por los hombres (jaguim) ellos no tuvieron que hacerles cambios sino más explicarlas con más detalles porque no dependían del servicio en el templo, y esto no porque no habían sido detalladas anteriormente sino porque necesitaban escribir lo que hasta el momento solo era parte de la tradición oral.

Como toda fiesta rabínica esta contenía desde su origen un alto nivel simbólico, que se asociaba directamente con los sucesos de aquella situación provocada por Antíoco IV. A continuación, veremos los detalles más importantes de ella:

Los ocho días que marcaron el milagro de la Menorá encendida, aun cuando del aceite que se usaba como combustible solo era para uno, precisó varias cosas de la fiesta: (1) Ella celebra el milagro divino al proteger a su pueblo; (2) Anuncia la Luz divina que, al llegar a todos, guía hacia la adoración correcta a Dios, encendiendo luces en un lugar visible para todos los vecinos; (3) Definió los ocho días de duración de la fiesta; (4) Establece 8 luces principales que se encenderán una por día.

Cuando el rey Antíoco decidió exterminar la cultura bíblica y prohibió la peregrinación al Templo, muchas mujeres con el deseo de continuar celebrando el día de reposo (shabat) y resguardar todas las costumbres lo más posible, simbolizaron con su mesa al propio templo, de ahí que la celebración se hace alrededor de ella. La comida, la celebración en familia y con invitados reflejaban la importancia de la unidad y la libertad regaladas por el Señor.

Por otro lado, sin anticipar que la Menorá desempeñaría un papel significativo en la historia de esta festividad, las mujeres idearon una suerte de Menorá, o simplemente colocaron las lámparas en un orden que evocara a la original en la mesa. Sin embargo, al no desear que nada reemplace a la auténtica, decidieron confeccionarla con 8 luces, más 1 adicional que serviría para encenderlas. Por esta razón, durante la festividad de Janucá, se utiliza un candelabro llamado Januquía, al que cada noche se le enciende una luz hasta llegar a los 8 días. Es decir, hay una luz que se enciende todas las noches, y desde ella se encienden sucesivamente las otras ocho. Esto simboliza la idea de que Dios puede encender una luz en nuestros corazones y, al mismo tiempo, hacer que esta se multiplique y se expanda a nuestro alrededor, alcanzando hasta los confines de la tierra.

El papel importante que jugó el aceite en esta historia es representado con los dulces que se comen en esos días, principalmente los cocinados en aceites, como pueden ser: Los bimuelos o frittelles que son una especie de buñuelos hechos de masa frita polvoreados con azúcar o rociados de almíbar,  el gozinaki que es un dulce a base de nueces con miel, el kubanet que es muy parecido a la torreja de pan, los sufganiyot que son un tipo de rosca de pan rellena con mermelada o jalea y cubiertas de azúcar cristalina como el caramelo, y los latkes que son muy parecidos  a los pasteles de harina con papa rallada y huevo sazonados con especies que se sirve con salsa agridulce. Aunque la tradición culinaria puede variar en dependencia de la región y la comunidad su alusión es a la dulzura de ver el milagro divino de la salvación de su pueblo y la Luz que produce la unción de Él.

La festividad también se utiliza como una herramienta educativa a través del juego, especialmente dirigido a los niños, en una especie de tradicional escuela de verano similar a la que organizan las iglesias evangélicas. Cada noche presenta diferentes juegos, con especial énfasis en el juego de la Pirinola. ¿Cuál es el origen de esta costumbre en la celebración de Janucá? Los educadores de la comunidad, con el propósito de instruir a los niños para su bar mitzvá (el aprendizaje de la Torá o el Pentateuco desde el nacimiento hasta el final de la pubertad), empleaban de manera encubierta la Pirinola, conocida en hebreo como Sevivon. Esta pirinola tenía cuatro caras, cada una con una letra (N, G, H, CH, que son algunas de las letras más utilizadas al inicio de los versos de la Torá). Cuando la punta caía hacia un lado y la cola hacia el otro, ambos participantes iniciaban un diálogo recitando de memoria textos de la Torá, según la letra que quedaba arriba. De esta manera, los soldados griegos y los informantes judíos desconocían las actividades de los niños. Además, los maestros les entregaban monedas para simular que se trataba de un juego con apuestas, añadiendo así un elemento lúdico y educativo a Janucá.

En resumen, la festividad de Janucá trasciende las limitaciones del tiempo y las fronteras, conmemorando el milagro divino que protegió a su pueblo y la difusión de su Luz en medio de la opresión de las tinieblas y el Maligno. En el próximo artículo, exploraremos la celebración de Janucá en el contexto de la vida de Jesús y cómo esta festividad llegó a anticipar y anunciar su venida y ministerio.

Autor: Dr. Liber Aguiar.

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