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Implicaciones históricas para un Sidur hoy.

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Siempre ha existido una forma espontánea de adoración que debió ser la más común en el tiempo anterior a la entrega de la Torá en el monte Sinaí, por lo menos no tenemos registro de lo contrario, aunque tenemos indicios textuales de un orden formal establecido con anterioridad a este punto de la historia, como por ejemplo: «Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todos los gentiles de la tierra serán bendecidos dentro de tu simiente, por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi supervisión, mis mandamientos (mitzvot), mis estatutos (jukim) y mis leyes (torá).» (Gn 26:4–5).

Sin embargo, fue en el Sinaí cuando aparece el registro más extenso, exacto y detallado de un orden para hacer, como consecuencia de la instauración del tabernáculo. Siglos después Dios reveló a David, a Gad y al profeta Natán un orden litúrgico más detallado para ese servicio diario y la futura función del templo que estaba por construir que fue desarrollado por los levitas de aquel entonces. Dicho orden fue implementado por el rey Salomón y el sacerdocio del momento y este orden fue confirmado como inspirado por Dios por el simple hecho de presentarse Él en el lugar. Por eso dice: «Puso también levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios y arpas, conforme al mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del profeta Natán, porque aquel mandamiento procedía del Señor por medio de sus profetas.» (2 Cr 29:25).

En ese Sidur siempre existió una liturgia compuesta por los sacrificios de animales y todo lo que eso acarreaba, en paralelo a una liturgia de sacrificios venido de los labios de cada adorador, por eso encontramos: «Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase, conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor. Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.» (Lc 1:8–11), solo que anterior a David había una forma quizás más espontánea y después de David bajo esa revelación divina fue organizando en un formato que pudiera dar la imagen armoniosa de toda la asamblea que se reunían para adorar. Algo parecido a los sacrificios y el sacerdocio, pues había sacrificios y sacerdocio espontáneo (y seguro que uno que otro caso guiado o encausado directamente por Dios), y luego en el Sinaí vemos al Señor organizando y dándole un formalismo y orden a esto. Es decir que Dios no tiene nada en contra de la formalidad y el ritualismo como han querido hacer ver algunos teólogos a lo largo de la historia.

Siglos después de David, y luego de una evolución de ese orden como consecuencia del ministerio de Esdras para conformar disímiles lugares de estudio de la Torá y adoración, éste fue confirmado y actualizado por la venida del Mesías Jesús. Este orden dentro del templo y en las sinagogas fue también usado por los apóstoles en el diario vivir y en el discipulado y adoración de la iglesia que se iba levantando, llegando a ser la base ilustrativa del libro del Apocalipsis.

Es bueno en este punto aclarar que cualquier Sidur que se haga en este sentido no puede ser presentado como un orden dogmático que no puede ser actualizado, pues no contamos hoy con ningún documento que nos hable exactamente de cómo se hacía en detalles en el siglo I. Así que, todo lo que se haga al respecto siempre será un texto perfeccionable a medida que aparezcan nuevos avances en este sentido.

 

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