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El Israel de Dios.

BLOG, Cristianismo, Historia, Mesianismo

Uno de los temas más interesantes en el libro 5 del Discipulado Avanzado Comunitario (DAC) sobre la metamorfosis del cristianismo es en cuanto al concepto: “El Israel de Dios”. El primer choque que se tiene con la mayoría de los seguidores de la teología «tradicionalista» cristiana en la actualidad es en cuanto a la declaración de que efectivamente Israel es el pueblo de Dios. Sin embargo, si preguntas si Israel es parte de la iglesia o viceversa, entonces la respuesta no será positiva. Esta es una incoherencia que debe ser enfrentada y resuelta por todos aquellos que se acercan a Dios de manera auténtica y honesta, pero muchos la evitan y hasta la confirman, creando así muchas lagunas que luego el enemigo aprovecha para destruir muchas vidas. Por tanto: ¿Se debería ver a Israel separado de la iglesia o viceversa? Veamos a continuación los siguientes elementos:

Al comenzar a leer y estudiar la Biblia, nos encontramos con que todos los apóstoles eran del pueblo de Israel, Jesús nació en el seno de una familia de Israel y nunca dejó de observar la Torá ni enseñó a no hacerlo a sus seguidores. De haberlo dejado de hacer imposible ser la justificación salvífica para los que creen en Él. A la luz de la historia esto entra en total contradicción con la práctica del cristianismo desde hace ya muchos siglos. Por ejemplo: Ven al «Antiguo testamento» solo como una referencia y si ha de ser cumplido sería solo para los judíos. Aunque esto sea una contradicción con la realidad bíblica, en especial la vida de Jesús y la de su iglesia (Mt 22:34-40; Hch 20:16).

Comprender entonces que el concepto “Israel de Dios” fue cambiando en la historia, demuestra que muchos simplemente han seguido enseñanzas o doctrinas que nada tienen que ver con la Escritura y su esencia. Y si tan solo ellos creyeran esto no habría mucho problema, pero en innumerables casos quienes creen diferente han perdido la vida por argumentar lo contrario: Israel fue, es y seguirá siendo el pueblo de Dios.

Una de las corrientes que más ha colaborado con toda esta tergiversación es el movimiento que viene desde tiempos antiguos identificado como gnosticismo. Éste, como deja claro DAC, se basa en un sistema de búsqueda de una realidad o un conocimiento que podría ser captado por personas con habilidades o recursos específicos o por un grupo con rituales especiales. Aunque la mayoría cree identificar esta corriente con el sectarismo gnóstico de los primeros siglos del cristianismo, en realidad existió y ha venido desarrollándose desde el Edén hasta hoy. De él se podría decir que es una perspectiva bastante subjetiva en su manera de analizar cualquier tipo de conocimiento, que por eso fue penetrando de manera muy sutil y desde sus mismos comienzos a los seguidores de Cristo. Cosa que también sucedió con el resto de los sistemas de pensamiento que desde entonces han llegado hasta hoy (vea la serie en YoyTube con un clik). Como consecuencia este tema es muy poco dominado y entendido dentro del cristianismo actual, por lo que son también pocos los que ven su repercusión en muchas de las prácticas históricas y actuales dentro de los diferentes grupos cristianos.

Ejemplo de ellos tenemos a Marción de Sinope que vivió a finales del siglo I  y a mediados del II, y que definió y subdivido la escritura en lo que conocemos hoy como Antiguo y Nuevo testamento, creando una especie de división en cuanto a relevancia y permanencia entre ambos testamentos. Este nunca fue realmente el objetivo de Jesús, ya que el conocido hoy «Antiguo Testamento» es cómo mismo dijo Él, la base fundamental de su Palabra. Este elemento aparentemente sencillo ha aportado desde aquel entonces al hecho de ver al Israel de Dios como parte de aquel “antiguo testamento”, mientras el movimiento de Jesús definido como «iglesia» serán los representantes de lo “nuevo testamento”. Claro, este Marción fue todavía más radical, pues para él solo los escritos de Pablo eran ese «nuevo tetamento». Él veía como judaicos el resto de los escritos apostólicos, haciendo gala con su mala interpretación de lo dicho por Pedro (2P 3:16).

Otro ejemplo importante de hasta donde puede llegar esa separación es la definición del dios, de aquel llamado “antiguo testamento”, como una divinidad mala y castigadora (demiurgo), capaz de matar y de ejecutar justicia a todo el que le desobedeciera. Mientas que el dios del “nuevo testamento” contrastaba con el el otro, según estos grupos gnósticos, por ser verdaderamente amoroso, perdonador y paciente, lleno de gracia hacia todos los que simplemente declararan el «nuevo» nombre. Y esto último, aunque es verdad, como toda estrategia de la gnosis lo envuelven con argumentos que lo convierten en mentira. Pues el hecho de ser el Dios del amor, eso no elimina la realidad de ser a la vez el Dios que también corrige y manda a sus hijos a vivir una vida según su absoluto moral, su orden y su justicia eterna.

Como podemos ver, en estos ejemplos, este bombardeo afecta directamente la unicidad entre el Dios del pueblo de Israel con el Jesucristo que ha sido predicado a los gentiles. Este esfuerzo ha sido tan efectivo que aun hoy, aunque muchos conocemos las Escrituras, tenemos que explicar y usar definiciones y términos que esos mismos enemigos de nuestra fe y de la verdad de Jesucristo han sembrado desde el comienzo y que tanto daño han hecho a través de la historia. O sea, todo indica que muchas de esas confusiones inculcadas desde el primer siglo, siguen y seguirán influyendo hasta que el Señor regrese. Así de efectivo ha sido este ataque.

Es importante tener claro que para nada se debe separar al Israel de Dios de la iglesia, ambos son una misma cosa. hay personas que nacieron israelítas que no son partes de ese Israel de Dios, como mismo hay personas que nacieron hijos de creyentes y otros que se acercan al evangelio que no son iglesia. Sin embargo, todo el que ha creído y vive bajo la promesa hecha desde tiempos antiguos a toda la humanidad puede vivir el reto actual de ser iglesia.

Fuera de prejuicios doctrinales o intereses personales se deben analizar todos estos términos en su sentido correcto que es a través de toda las Escrituras. Claro, aunque realmente gracias a muchas de estas confusiones cada uno expresa las verdaderas intenciones de su corazón, el investigar con autenticidad espiritual debe ser sin prejuicios y con pleno entendimiento de que muchas cosas aprendidas podrían estar equivocadas, siendo así honestos con la verdad. Esto requiere de humildad y dominio propio, cosa tan escasa en la época en que vivimos hoy, donde vemos un déficit cada vez mayor de estas cualidades.

¡Que Dios bendiga a Israel, su pueblo, en donde todos somos injertados cuando venimos a Él!

Autor: William Salazar

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