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Proceso de preparación del Benei Mitzvá.

El niño pasa por varias etapas de la vida en donde su manera de aprendizaje varía diametralmente[1].  Sin embargo, a manera de prontuario se puede decir que el hombre en sentido general pasa por cuatro momentos en donde podrá aprender cosas diferentes:

1.- Desde su nacimiento y hasta los 5 años aprende del bienestar de vivir en un ambiente marcado por los mandamientos.

2.- A partir de los 5 años puede aprender más de su estudio de la Biblia a manera de narraciones con una enseñanza para hoy.

3.- A partir de los 10 años puede aprender más de la teología bíblica y la historia de la iglesia.

4.- Y a partir de su ceremonia de Benei Mitzvá puede aprender de su propia experiencia de vivir voluntariamente bajo la voluntad de Dios.

Claro, cuando decimos «estudios», no estamos sugiriendo algo al nivel universitario de los bachilleres en teología, pero sí de aquellas materias generales que el propio individuo puede ir asimilando.

Enfocándonos ahora en la etapa de los Benei Mitzvá, ellos deben recibir entrenamiento especial en diferentes áreas:

El tiempo de oración: No tan solo deben ser invitados por los padres a orar, sino también se les debe explicar en qué consiste cada parte de ella (Berajot, Shemá, Amidá). También deben saber acerca de los tres momentos más generales para la oración (shajarí, minjá y arbit).

La lectura de la Escritura: Se debe procurar enseñarles los idiomas originales (hebreo, griego, arameo), no en un modo avanzado sino para que por lo menos sientan comodidad cuando estudien y puedan contar con herramientas mejores como diccionarios lingüísticos o interlineales.

Las subdivisiones de un día de shabat y su significado profundo (seudá, shajarí y haftará). Así como los detalles de cada una.

La importancia de la Tzedacá: Que es a lo que comúnmente se le llama diezmo, ofrenda o ayudas personales a otros.

Aunque esto es lo principal, no se debe perder de vista que la vida cristiana no se limita a la reunión con otros creyentes en un servicio de adoración o a la celebración de una festividad bíblica. La ley de Dios y sus mandamientos deben estar presentes en cada momento de la vida, fijando estándares para la ética comercial, el hablar correcto, el honrar a los padres, e incluso en áreas tan simple como cuidar a las mascotas.

Toda la Escritura es el mejor “manual de instrucciones” para maximizar nuestro placer y potencial en la vida. Es la base para entender acerca de: ¿Cómo vivir significativamente? ¿Cómo construir relaciones prósperas? ¿Cómo actuar honestamente y alcanzar el potencial mayor de nosotros mismos? ¿Cómo ser diferente al mundo que nos rodea?

El estudio de toda la Escritura enfatiza la construcción de una base racional de creencias para poner en funcionamiento la mente, estimular el pensamiento intelectual con preguntas y debate, y así nutrir el alma. No se trata de un salto de fe, decisiones de todo o nada, o desconexión del mundo.

El objetivo de todo creyente debe ser no sólo estudiar, sino alcanzar la estatura del varón perfecto: Cristo Jesús, quien dio ejemplo en sí mismo de cómo se debe vivir y cumplir con cada mandamiento. En Él se encuentran los valores y expresión de fe más elevados que se puedan encontrar en alguien: “amor al prójimo”, “paz y justicia para todos”, “erudición universal”, “amistad incondicional”, “dignidad”, etc. Todos estos conceptos vienen sugeridos y definidos en la Escritura y se pueden ver hechos realidad en la persona del Salvador.

Entonces llegar a ser un Benei Mitzvá (hijo del mandamiento), al final de la jornada, no representa la culminación de la educación cristiana, sino un paso más a una relación plena, profunda y madura con Dios a través del Espíritu y del estudio de toda su Palabra Escrita. Y esto significará: Defender los valores que Dios ha plasmado en ellos, asumir responsabilidad por el mundo y amar la obra, los planes y los propósitos de Dios.

[1] Para una mejor  comprensión se  recomienda el  Libro 6 de DICDAC.

Autor: Dr. Liber Aguiar.

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